LAUS
DEO
Un detalle que generalmente no se menciona es que en Washington DC
nunca puede haber un edificio de mayor altura que el monumento a George
Washington. Con todo el alboroto que existe sobre la eliminación de los diez mandamientos,
etc., merece la pena que dediquemos al menos un momento para reflexionar en
ello.
En una chapa de aluminio en lo alto del monumento hay inscritas dos
palabras: LAUS DEO.
Nadie puede verlas. De hecho, la mayoría de quienes visitan el
monumento ni siquiera sabe que existen. Esas palabras han estado allí durante
muchos años, a los 555 pies y 5.125 pulgadas de altura que elevan al cielo el
monumento al Padre de nuestra Nación, desde el que se ven en redondo las 69 millas
cuadradas que comprende el Distrito de Columbia, donde se asienta la capital de
los Estados Unidos de América.
Laus
Deo! Dos palabras aparentemente insignificantes, desapercibidas, pero muy estratégicamente
colocadas en el punto más alto de la ciudad más poderosa de la más exitosa
nación del mundo. En fin, ¿Qué significan estas dos palabras en latín, con
cuatro sílabas y sólo siete letras? Proclaman ¡Alabado sea Dios!
Y desde lo alto de esa colosal estructura de mármol y granito, bajo
ese letrero, podemos disfrutar de una hermosa vista panorámica de la ciudad y
de su división en cuatro segmentos principales. Es más, podemos distinguir
fácilmente el plan original de su diseñador, Pierre Charles L’Enfant: una cruz
perfecta impuesta en el paisaje, con la Casa Blanca al norte, el monumento a
Jefferson hacia el sur, el Capitolio al este
y el monumento a Lincoln al oeste.
¿Una cruz? ¿Por qué una cruz?
¿Qué pasa entonces con la separación entre Iglesia y Estado?
Sí, una cruz. La separación entre religión y Estado no estuvo, no está
en la constitución. Bien valdría la pena leerla. ¡Qué interesante y tal vez
intencionado diseño con un cierto mensaje para aquellos a quienes pueda
molestar!
Aún más: cuando el 4 de julio de 1848 fue colocada la primera piedra
del Monumento a Washington, se incluyeron en ella varios objetos, entre ellos
una Biblia presentada por la Sociedad Bíblica de América. Tal había sido el legado moral y espiritual
del Fundador y primer Presidente: “Una
Nación bajo Dios”.
Por si quedan dudas, es realmente impresionante conocer la oración de
George Washington para América:
«Dios Todopoderoso, te pedimos que mantengas a los Estados Unidos bajo
tu Santa Protección; que muevas los corazones de sus ciudadanos a cultivar un
espíritu de subordinación y obediencia al Gobierno, y a mantener un afecto y
amor fraternal entre unos y otros. Finalmente, que nos hagas dispuestos a obrar
con justicia, a amar y perdonar, a ser pacíficos y a fortalecernos en la
caridad y la humildad, que son las enseñanzas del divino autor de nuestra
bendita religión, ya que sin una imitación humilde de su ejemplo, no podremos
esperar nunca ser una nación feliz. Concédenos esta súplica que te imploramos
en nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.»
Una lección de Historia que nuestros niños probablemente nunca aprenderán
en la escuela.
Traducción libre de un mensaje electrónico remitido por Oilda del
Castillo.
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