18 de febrero de 2012

ARTE ZOMBIE DE HACER RUINAS


Arte zombie de hacer ruinas
Alejandro Ríos

Alejandro Ríos
Se trata de una metáfora vivida, en el filme Juan de los Muertos, de Alejandro Brugués. La Habana es asolada por una plaga de zombies que solo piensan en comerse al prójimo. En este escenario de supervivencia donde la eterna amenaza de una invasión se hace realidad, hay un grupo de pícaros que se resiste a morir e instalan un cuentapropismo mórbido: matan a los seres queridos de familias infectadas.

El diálogo asaeteado de los pintorescos personajes se presta a múltiples especulaciones. La idea no podía ser más oportuna, en el país “zombificado”, los noticieros le echan la culpa a los yanquis de la inexplicable circunstancia que no encuentra solución y amenaza con empeorar cada minuto, mientras se informa que todo ha regresado a la normalidad y se convoca a una manifestación en la tribuna antiimperialista para protestar por la agresión.

En Alicia en el pueblo de Maravillas, referente anterior del cine humorístico cubano en términos de agresividad crítica con la inoperancia absurda del sistema, una heroína tendrá que vérselas con los burócratas y los castigados confinados a un pueblo cárcel. En Juan de los Muertos, el desastre ha sido dimensionado a cataclismo nacional.

Abunda el humor grueso salpicado con frases devastadoras sobre la realidad cubana, como cuando uno de los personajes propone alzarse en la Sierra Maestra para solucionar la epidemia y otro le responde que ya es tarde, pues debieron hacerlo desde el principio.

Momento de particular sutileza para un público cómplice ocurre cuando Juan, con su habitual cinismo y vulgaridad, responde por teléfono a sus potenciales clientes y recibe una llamada que lo perturba, a la cual responde “de ese se ocupan ustedes”, como si alguien se refiriera, del otro lado de la línea, a un muerto viviente de mayor envergadura.

La historia que cuenta Juan de los Muertos es la que repiten de manera diversa las películas del género, no hay mucha novedad argumental que celebrar: cómo salvar la vida en un medio hostil e inexplicable. Ocurre, sin embargo, que en Cuba, la premisa pertenece al campo de la política local.

Lo paradójico viene cifrado en el comentario de uno de los personajes cuando sale a la calle desvencijada y poblada de zombies y es incapaz de notar grandes cambios en comparación con la realidad precedente de la ciudad.

Juan de los Muertos incluye derrumbes como los ocurridos recientemente en La Habana solo que los hiperboliza en la cúpula del Capitolio y el emblemático edificio Focsa y hace que un personaje confunda el acoso de los zombies con los actos de repudio a los disidentes.

 Reproduce, en muchos sentidos, un país degradado, indigente y sin esperanza. El lenguaje es duro y soez. Una de las soluciones: escapar por el mar como los pintorescos carronautas. La segunda, enfrentar a los zombies y atenerse a las consecuencias

Las otras comedias críticas del cine cubano, como las de Gutiérrez Alea, se formularon con la esperanza, fallida, de mejorar el socialismo. En Los sobrevivientes, la hambrienta aristocracia de la isla termina comiendo carne de gato. En Juan de los Muertos, los habaneros comunes se comen entre sí. Según el nuevo cine de Brugués, los días finales serán caóticos como ya es de presumir.

Juan de los Muertos se estrena en el Festival Internacional de Cine de Miami el 9 de marzo.

Reproducido de El Nuevo Herald, Miami

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