JOSÉ JULIÁN MARTÍ PÉREZ
Por Carlos Cabezas
José Julián Martí Pérez nació en la
habanera calle de Paula el 28 de enero de 1853, hijo de Mariano Martí Navarro,
natural de Valencia y de Leonor Pérez Cabrera, de Tenerife, Islas Canarias. Aprendió
el amor a Cuba en especial con su maestro, el poeta Rafael María Mendive,
cuando en 1865 se convirtió en su alumno en la Escuela Superior Municipal de
Varones, de la cual Mendive era director.
Simpatizó con la Guerra de 1868, al año fue
llevado a la cárcel acusado de infidencia y en 1870 lo condenaron a 6 años de
trabajos forzados en las canteras de San Lázaro por sus ideas independentistas.
Allí experimentó los horrores del presidio en carne propia y en la de otros por
su profunda sensibilidad.
Del presidio fue enviado el 13 de octubre
de ese mismo año a continuar su condena en la finca El Abra en Isla de Pinos,
donde posiblemente leyó una Biblia que se encontró en el lugar que pudo
influenciarlo más tarde para escribir "El Presidio Político". Al año
siguiente, lo desterraron a España.
Entre enero de 1871 a octubre de 1874, José
Martí, obtiene entre Madrid y Zaragoza los títulos académicos de Bachiller,
Licenciado en Derecho y Licenciado en Filosofía y Letras. De España, donde dejó
muchos amigos, amores y admiradores, parte a finales de 1874 -con pasaporte
falso- hacia Francia y en París se entrevistó con el famoso novelista Víctor
Hugo.
En 1875 viajó a México, allí se casó con la
camagüeyana, Carmen Zayas Bazán, con quien en 1878 tuvo a su único hijo, José
Francisco Martí y Zayas-Bazán. Por la crisis del matrimonio Carmen regresó de
Nueva York a Cuba en varias ocasiones con el niño.
Desde México comienza su peregrinar por
tierras de Sudamérica: Guatemala, Venezuela, Honduras y El Salvador. En
Guatemala alcanzó gran notoriedad como profesor y orador. Allí conoció a María
García Granados, a quien le dedicó el famoso poema "La Niña de
Guatemala" la cual, según él, murió de amor.
En 1878 hubo una amnistía general y regresó
a Cuba. No podía identificarse con su nombre y apellido porque quedaría
expuesto ante las autoridades coloniales, al mismo tiempo su naturaleza no le
permitía mentir y utilizó su segundo nombre y apellido haciéndose llamar Julián
Pérez. No dejó de conspirar, fue descubierto y vuelto a expulsar a España.
En 1881 se trasladó nuevamente a Nueva
York. Carmen y el niño se reunieron ese año con él, ocasionándose el
rompimiento definitivo, que tuvo lugar al regresar Carmen inesperadamente a La
Habana ese mismo año, viaje para el cual obtuvo pasaporte del consulado español
en Nueva York, a espaldas del Apóstol. Nunca más padre e hijo intimaron. De ahí
su expresión de rencor-amor en su poesía “La rosa blanca” cuando
dice “… y para el cruel que me arranca el corazón con que
vivo…” debido a que uno de sus amigos fue quien ayudó a escapar a
su esposa.
Ese mismo año fue a Venezuela, pero otra
dictadura lo obligó a partir y regresó a Nueva York hasta 1895. Allí contactó a
militares cubanos como el general Calixto García.
Se dedicó a preparar la guerra para la
independencia de Cuba y creó el Partido Revolucionario Cubano con ese fin.
Buscó el compromiso de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, entre otros.
Pronunció discursos y recaudó dinero en diferentes lugares de Estados Unidos y
en América Latina. Es conocido que los exiliados cubanos, en especial los
tabacaleros de Tampa y Cayo Hueso, dieron dinero a la causa, pero la realidad
es que las recaudaciones no solamente fueron de centavos. Unos pocos ricos lo
ayudaron y a ello se agregó el propio dinero de Martí, producto de sus
diferentes trabajos como abogado, diplomático y periodista, el cual lo dispuso
todo para la causa despreocupándose de su propia persona.
Organizó un plan abortado por los
norteamericanos en el Puerto de la Fernandina, que
consistía en invadir a Cuba mediante tres expediciones simultáneas en los
barcos Amadís, Lagonda y Baracoa con armas para 400 hombres. El Lagonda tenía como misión dirigirse a
Costa Rica para recoger a los generales Antonio Maceo y Flor Crombet, junto a
un grupo de expedicionarios. Por su parte, el Baracoa zarparía con José Martí y
los generales José María Rodríguez y Enrique Collazo a bordo, para dirigirse al
sur de República Dominicana, donde recogerían al general Máximo Gómez. Finalmente,
el Amadís aguardaría en un cayo cercano a la Florida por los hombres de Carlos
Roloff y Serafín Sánchez, quienes tenían como misión desembarcar por Las
Villas.
Ante el fracaso buscó alternativas y dio la
orden de alzamiento. Mantuvo una correspondencia confusa con Antonio Maceo,
quien le pedía una mayor cantidad de dinero para pagar un barco y llevar a sus
hombres a Cuba, saldando antes sus propias deudas y la de sus hombres, porque
como hombre de honor no podía abandonar el país sin honrarlas. Pero a Martí se
le había agotado casi todo con el fracaso de La Fernandina. Por su parte, Flor
Crombet enterado de la petición de Maceo –con quien tenía concertado un
duelo a muerte para cuando Cuba fuera libre- le envió una misiva al apóstol en
la que le expuso que con menos dinero él podía organizar la expedición. Debido
a la urgencia y la necesidad de que ambos héroes fueran para Cuba lo antes
posible, Martí le escribió una bella carta a Maceo, pidiéndole que se pusiera
bajo las órdenes de Crombet hasta que desembarcara en la isla, donde
automáticamente él recuperaría el mando de la tropa, y el Titán de Bronce lo
aceptó.
Martí se trasladó a República Dominicana
donde junto a Máximo Gómez escribió el Manifiesto de Montecristi y partió con
él para la isla. Desembarcó en Playitas, al sur de Oriente, y junto a Gómez se
encontró con Maceo en La Mejorana y lo nombraron mayor general en medio de una
reunión altisonante, pero al día siguiente fue al campamento de Maceo y éste lo
recibió junto con su tropa, a la que le pasó revista.
Muere en batalla el 19 de mayo de 1895 en
Dos Ríos, junto a su compañero Ángel de la Guardia, sin que los mambises
pudieran rescatar su cuerpo. Fue un día lluvioso y no pudo ver cumplido su
deseo de "morir de cara al sol".
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