Marlene María Pérez Mateo
En el 1731 un importante numero de mineros esclavos en el poblado del
Cobre, Santiago de Cuba, iniciaron una rebelión. Sus demandas no fueron
escuchadas y devinieron en cimarrones (esclavos prófugos del dominio de sus
amos).
El cimarrón era en si mismo la mayor encarnación de la rebeldía, la libertad y lo digno. Se agrupaban en los llamados palenques, poblados escondidos en la manigua (lo más intrincado del campo) con un cierto orden social, jerárquico y religioso. En fin una mini-sociedad.
La rebelión de los esclavos del
Cobre duró 123 años, hasta que por decreto real se dispuso su libertad 67 años
antes de ser decretada la total abolición de la esclavitud en Cuba.
El escultor cubano, Alberto
Lescay, unido a un programa organizado por la UNESCO, ha develado en un peñón
del poblado oriental del Cobre su “Monumento al Cimarrón“. Se trata de un
homenaje de tributo dentro de la llamada “Ruta del esclavo”.
Es un loable esfuerzo para que
cosas así no se olviden. La mina de cobre a cielo abierto más antigua de
América se trabajó por mano de obra esclava privada de todo derecho, hasta de
lo más indispensable.
Marlene María Pérez Mateo
Septiembre 11, 2011
Reseña #4, A los 400 años
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