Candados del amor
también sobre el Tajo y el Guadalquivir
Ana Dolores García
Se trata de lo que se ha dado en
llamar “el fenómeno Moccia”. Un fenómeno
que ha explosionado ya en buena parte
del mundo, especialmente en Europa. España no ha podido ser ajena a tal
fenómeno y ya vemos sobre sus puentes un sinnúmero de candados que representan
promesas de amor eterno.
Todo comenzó en Italia, es decir al
menos la idea, porque se le ocurrió hace años al escritor Federico Moccia en su novela
“Perdona si te llamo amor”, que ya ha sido llevada al cine. Los enamorados protagonistas sellan su amor
con un candado y arrojan la llave al río. El candado quedará sobre el puente
como testimonio de aquel sello de amor, y en él dejarán marcadas sus iniciales
o nombres.
El puente escogido por Mocca en su
novela fue el Milvio, sobre el río
Tiber, en Roma. Ahora ya no es solamente el Milvio el puente que exhibe y
almacena candados: el ritual se ha extendido a
otros puentes de Roma, de Italia, de Europa... Roma además se ha llenado
de grafitis en los que se reproducen las románticas frases de la novela. Y puentes y grafitis se anotan ya como atracción turística en las guías de las
agencias de viaje.
A la vez se han generado implicaciones políticas en
Italia: el grupo de centroizquierda, “La Margarita” propuso que los numerosos candados se quiten
una vez al mes y que el dinero que se obtenga al vender la chatarra se done a la
Cruz Roja italiana. Sin embargo, el partido de centroderecha “Forza Italia” cree que es una "ofensa a
los enamorados" y recuerda que en estos momentos en que hay tantos
mensajes de odio no se pueden «banalizar los sentimientos de amor».
El fenómeno Moccia –la película- llegó a España a fines
del mes de abril del pasado año. El libro lo había hecho dos años antes. Ya son incontables los candados del amor que
se adhieren a los pasamanos o cuelgan de alambres colocados para ello en los puentes españoles, tanto en Badajoz y
Orense como en Murcia o Asturias. No pueden quedar excluidos de este
ritual ni el saleroso y sevillano puente de Triana, ni el castizo y austero puente Alcántara de Toledo, porque al igual
que en otras ciudades, los enamorados encierran su amor con un candado al que convierten en símbolo, y creen
firmemente que mientras permanezca cerrado ellos también quedaran enlazados, unidos uno al otro, felices y
enamorados.
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