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Confesión de una mujer desnuda
Por Tania Díaz
Castro
LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – Se me está acabando
la ropa y estoy preocupada. Mi preocupación aumenta y no sé qué ropa me
pondré en el futuro, porque la ropa de uso que vendían en las tiendas ya ha
desaparecido.
Ahora en las tiendas solo venden ropa china nueva, que
aunque de bonitos colores y a la moda, no me sirve. Parece que la ropa que el
gobierno importa de China no es confeccionada para exportación, de acuerdo a
las tallas de los occidentales, sino la misma que los chinos fabrican para su
consumo, y las tallas no tienen nada que ver con las de los cubanos. Ese es
nuestro nuevo problema: encontrar ropa que nos sirva.
Confieso que cuando voy a vestirme lamento mucho que el
reverendo Lucius Walker haya muerto el año pasado. Y es que era el hombre que
nos traía, de regalo, la ropa vieja que tanto resolvía. Con su muerte parece
que han dejado de entrar a Cuba sus famosas “caravanas” que organizaba para
traer como “donaciones” guaguas viejas, computadoras obsoletas y todo tipo de
cachivaches usados y, lo más importante para mí, la ropa vieja que los
religiosos donaban para los pobres cubanos y que el gobierno cubano nos vendía
a altos precios, no sólo en moneda nacional, sino también en dólares.
Y no es que no haya ropa en Cuba. Hay ropa extranjera de
buena calidad y de tallas que nos sirven en las boutiques de los hoteles de
turismo, pero a precios inaccesibles para la gran mayoría de los cubanos.
Como último regalo de Lucius Walter nos llegarán sus
cenizas el próximo 30 de julio para ser esparcidas en Cuba, en cumplimiento
de su última voluntad. Sólo espero que el gobierno no nos las quiera vender.
Supongo que aquí le harán un gran homenaje y hablarán por
un buen rato sobre las virtudes del anciano comunista religioso. Seguramente no
mencionarán que en 1994, cuando el Partido Comunista de Estados Unidos separó
de sus filas a sus miembros que habían apoyado la política de Gorbachov, entre
ellos a Angela Davis, Walker -estalinista donde los hubiera- se cruzó de
brazos. Se ve que le gustaban los dictadores al folclórico religioso.
Todos sabemos que lo más importante para Walker, y
también para nuestros dictadores, nunca fueron los cuatro tarecos que traía,
sino los supuestos escándalos que provocaba “desafiando el bloqueo”, que
aquí la prensa sobre dimensionaba al máximo. Y es que a los comunistas
les encanta eso de provocar problemas y escándalos, y reclamar libertades
cuando viven en países democráticos.
No lo puedo negar: aunque no extrañaré a Lucius Walker,
ya estoy extrañando la ropa vieja regalada que nos vendían gracias a él. De
todas formas, que Dios lo tenga en la gloria, o donde deba estar tan siniestro
personaje.
Excelente artículo.
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