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El ruego
Alfonsina Storni
Señor,
Señor, hace tiempo un día,
soñé un
amor como jamás pudiera
soñarlo nadie,
algún amor que fuera
la vida
toda, toda la poesía.
Y pasaba
el invierno y no venía,
y pasaba
también la primavera
y el
verano de nuevo persistía
y el
otoño me hallaba con mi espera.
Señor,
Señor, mi espalda está desnuda.
Haz estallar
allí, con mano ruda
el látigo
que sangra a los perversos.
Que está
la tarde ya sobre mi vida,
y esta
pasión ardiente y desmedida
la he
perdido, Señor, haciendo versos!
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