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Fina García Marruz
Nació en La Habana el 28 de abril de
1923. Graduada en Ciencias Sociales. Perteneció al grupo de poetas de la
revista Orígenes (1944-1956) junto a su esposo Cintio Vitier. Desde 1962
trabajó como investigadora literaria en la Biblioteca Nacional "José
Martí" y desde su fundación en 1977 hasta 1987 perteneció al Centro de
Estudios Martianos, donde alcanzó la categoría de Investigador Literario,
integrada al equipo realizador de la edición crítica de las Obras Completas
de José Martí.
Su poesía ha sido traducida a varios
idiomas Entre otras antologías, figura en la realizada
por Carmen Conde: “Once grandes poetisas hispanoamericanas”, Madrid,
1967; y en la de Margaret Randall: “Breaking the silence”, Vancouver,
Canadá, 1982. Se le otorgó el Premio Nacional de Literatura en 1990. En ese
mismo año apareció el estudio de Jorge Luis Arcos “En torno a la poética de
Fina García Marruz”.
Ama la superficie
casta y triste…
Sé el que eres,
Píndaro
Ama la superficie
casta y triste.
Lo profundo es lo
que se manifiesta.
La playa lila, el
traje aquel, la fiesta
pobre y dichosa
de lo que ahora existe.
Sé el que eres,
que es ser el que tú eras,
al ayer, no al
mañana, el tiempo insiste,
sé sabiendo que
cuando nada seas,
de ti se ha de
quedar lo que quisiste.
No mira Dios al
que tú sabes que eres
-la luz es ilusión,
también locura-
sino la imagen
tuya que prefieres,
que lo que amas
torna valedera
y puesto que es
así, sólo procura
que tu máscara
sea verdadera.
Los extraños
retratos
Ahora que estamos
solos,
infancia mía,
hablemos,
olvidando un
momento
los extraños
retratos
que nos hicieron.
Hablemos de lo
que tú y yo,
por no tener ya
nada,
sabemos.
Que esta
solitaria noche mía
no ha tenido la
gracia
del comienzo,
y entré en la
danza oscura de mi estirpe
como un joven
tristísimo
en un lienzo.
Mi imagen
sucesiva no me habita
sino como un
oscuro
remordimiento,
sin poder
distinguir siquiera
qué de mi pan o
de mi vino
invento.
En el oscuro
cuarto en que levanto
la mano con un
gesto
polvoriento,
donde no puedo
entrar, allí me miras
con tu traje y tu
terco
fundamento,
y no sé si me
llamas, o qué quieres
en este mundo,
extraño
desencuentro.
Y a veces me
parece que me pides
para que yo te
saque
del silencio,
me buscas en los árboles
de oro
y en el perdido
parque
del recuerdo,
y a veces me
parece que te busco
a tu tranquila
fuerza
y tu sombrero,
para que tú me
enseñes el camino
de mi perdido
nombre
verdadero.
De tu estrella
distante, aparecida,
no quiero más la
luz tan triste,
sino el cuerpo.
Ahonda en mí. Encuéntrame.
y que tu pan sea
el día
nuestro.
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