26 de diciembre de 2010


País en estado puro

- Jesús Hernández
DiarioLasAmericas.com

Unos prefieren a Punta Cana, otros a Puerto Plata o Santo Domingo, pero muchos otros se inclinan por el país en estado puro. República Dominicana tal como lo ve su gente. Una nación de contrastes donde la naturaleza y la tradición son sus mayores atractivos. Tierra resguardada por la simpatía de su gente dispuesta a buscarse el sustento en cada día. Todo esto secundado por la presencia incansable de la música popular, una amplia lista de hoteles de buen servicio y un menú culinario colmado de mucho sabor.

El lado oeste

En Jarabacoa

Al lado oeste del país, que delimita con el territorio vecino de Haití, le llaman la Zona Central. Vasta zona fértil que guarda en su geografía la Cordillera Central y el Valle del Cibao. Entorno que tiene por moradores a campesinos y agricultores que saben labrar la tierra. Base económica de una pintoresca ciudad que responde al nombre de Santiago de los Caballeros y de un enclave verde y sereno que lleva por nombre Jarabacoa.

Santiago tiene en su diario vivir a más de 660,000 habitantes, pero aún guarda con recelo su aire de quietud provinciana. Su centro urbano está dado por Calle del Sol, donde abundan las tiendas, restaurantes y bares. Una pintoresca arteria urbana que lo conduce al Parque Duarte, donde el pueblo se reúne a ver los días pasar.

Al pie de la Cordillera están los extensos valles, que intercalados por barrancos denotan el color verde intenso de la hierba y una tierra color rojizo. Allí está Jarabacoa, un poblado de 40,000 habitantes, donde la naturaleza colocó un par de ríos de agua fresca y rápida que son la meta de los visitantes más aventureros. Zona igualmente popular por la crianza de caballos y la posibilidad de pasear sobre uno de ellos por el amplio campo.

El lado sur


Playa de Juan Dolio

Además de Santo Domingo y las playas de La Romana, el lado sur dominicano cuenta con otros atractivos muy naturales que rara vez escuchamos mencionar. De un lado está la vía que conduce a Barahona, Azua y Baní. Una amplia zona prácticamente inexplorada que guarda paisajes de ensueño. Tierra de playas vírgenes y campo esbelto que no sufre aún la presencia de las grandes urbanizaciones o construcciones que alteran la composición nativa del entorno.

Al este de Santo Domingo está la playa de Juan Dolio. Distancia de 75 kilómetros ó 46 millas que el dominicano capitalino gusta recorrer cada fin de semana. Un balneario situado en torno a un pequeño pueblo donde abundan los vendedores de pintura naif y se come muy bien a precios más económicos.

Sean los restaurantes establecidos o las pequeñas casetas que se alistan una tras otra muy cerca de la arena, la comida tiene en Juan Dolio su aspecto más popular. Pescadito fresco y frito, empanadas de carne o los insustituibles kipes, que son las famosas albóndigas que los libaneses inmigrantes adaptaron al buen paladar del dominicano. Menú típico y barato que tienes que acompañar con una cerveza bien fría.

El nordeste

Playa de Samaná

Del norte conocemos Puerto Plata, pero justamente en la zona nororiental está Samaná. Otro lugar de ensueño que felizmente no sufre el mal de las grandes construcciones, salvo un par de buenos hoteles situados en lugares muy precisos que a penas altera el paisaje.

De hecho, Samaná es una península y es el mismísimo paraíso. Allí se junta la belleza de unas blancas playas en la costa norte con la inmensa bahía situada sobre el lado sur. Imagen embellecida por ríos y arroyos que junto a interminables cocoteros, arrecifes, farallones, ensenadas e islotes dan un acabado que rememora los tiempos vírgenes del Descubrimiento. Una obra maestra de la Madre Naturaleza que deja perplejo al visitante y sirve de morada a las ballenas que vienen del frío norte entre los meses de diciembre y abril.

Tan excepcional es este lugar que uno siente el deseo de quedarse allí. Deleite que tiene su mejor momento cuando te sientas cómodamente frente al mar y olvidas que el mundo continúa al otro lado del horizonte con sus problemas.

Diversión y buena comida

Sea el norte o el sur, la diversión y la buena comida son valores agregados que todos disfrutamos muy bien. Música y buen comer que siempre van acompañados de una cerveza muy fría. Bebida que no sólo satisface el paladar, sino que ayuda amainar cualquier alta temperatura y disfrutar mejor los platos típicos de la cocina del país. 

Gastronomía rica en sabores muy criollos que tiene al plátano por ingrediente popular. Nada mejor que desayunar un mangú bien hecho. Un rico plato hecho de plátano verde majado acompañado con huevos fritos, salchichón o queso blanco. Plátano verde majado que vuelve más tarde en forma de mofongo para comer, pero previamente sofrito, aderezado con aceite, ajo, cebolla y chicharrones de puerco.


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