20 de agosto de 2009


Emaileros compulsivos

Ana Dolores García


Los emaileros compulsivos son enfermos modernos, actuales. Los ataca un nuevo virus, una gripe: una plaga contemporánea que ha surgido en esta era cibernética. ¡Pero que es una pandemia que se disfruta! Y la disfruta lo mismo el empleado de oficina en su horario de trabajo desde su escritorio, que el jubilado que ya no se preocupa por sacar a pasear al perro.

Bonifacio es todo un emailero compulsivo. Boni (así le llama su mujer), segun ella dice desde que está todo el día en casa lo ve menos que cuando trabajaba en la calle. Y es que se pasa más tiempo sentado frente a la computadora que hablando con ella. Y eso no lo entiende porque Boni siempre había asegurado que no le gustaba escribir. Bueno, en realidad no escribe: sólo copia y pega.

Y en el copia y pega se pasa todo el día enviando correos a los conocidos. Boni se da el lujo de participar personalmente en el fenómeno de la globalización: tiene contactos por todo el mundo. Que ni siquiera conoce, pero que a lo mejor un día le envían un mensaje con el mismo chiste que él les mandó hace dos meses. Porque el recorrido de estos correos es como el de las palomas mensajeras: tarde o temprano regresan a casa.

Con el copia y pega los mensajes se hacen muy largos. Los abres y sólo encuentras fwd... fwd... fwd.. hasta que ya piensas que has llegado al final. Y allí, cuando crees que no queda nada, está el chiste o el mensaje. Nosotros hasta en eso aventajamos a los americanos porque somos bilingües y podemos tener más repertorio. Salimos de los fwds y disfrutamos del chiste corto en español o nos aburrimos con el chiste en inglés, con muchas líneas y poca gracia.

Los chistes son el tema favorito de Boni: de Pepito, de gallegos, de lo que sea. Pero también hace incursiones en tópicos más serios, como cuando reenvía alguna poesía que recuerda de sus tiempos de estudiante y que alguien le ha mandado incompleta y sin autor.

Las que no le gustan a Boni son las cadenas. Pero ése es el fuerte de Cuquita, otra jubilada a quien le encantan las cadenas cibernéticas porque tienen doble ventaja: no hay que incluirles el níquel o el realito, ni necesitan franqueo, que todos los años sube de precio. Antes se pasaba mucho tiempo tecleando en la máquina de escribir para que no reconocieran su letra en aquella carta que siempre iba sin remitente. Ya ahora no existen esas inhibiciones. Te mandan la cadena por email y se ahorran la monedita, el papel, el sobre y el franqueo. ¡Y hasta te demandan acuse de recibo!

Hay otos emaileros compulsivos que se especializan en enviar documentos o fotos con sus mensajes. Te pones a temblar cuando ves junto al título el cuadrito o presilla que indican la presencia de foto o documento. Te decides. Lo primero a lo que te enfrentas es a un mensaje de tu computadora que te advierte que no lo abras si no conoces quién lo envía. No haces caso. Continúas. Otro mensaje: asegúrate que no tiene virus. Sin darte cuenta de que no te escuchan, contestas que estás vacunado (o sea, que te has gastado un congo en anti-virus). Y entonces a esperar que se abran el documento o las fotos. (Es que todavía el DSL y el FIOS no llegan a tu barrio o a tu bolsillo). Lo peor que puede pasarte -y pasa bastante a menudo- es que después de tanto tiempo perdido no puedas ver la foto o el documento. Entonces le echas la culpa a tu vieja computadora que tiene sus neuronas colapsadas. O al faino que te envió el mensaje sin saber bien cómo hacerlo.

Otro dolor de cabeza son los spam o mensajes-basura. Que no los envían emaileros compulsivos, sino gente que se gana la vida jorobando a los demás, como los que te llaman por teléfono para ofrecerte gratis un crucero por el Caribe, o dinero barato para una hipoteca. Los mensajes spam siempre tienen un título muy sugerente. Preguntas atractivas como ¿Necesita dinero..? ¿Se siente solo y aburrido..? Luego van subiendo de tono, ofrecen directamente su mercancía y hasta se vuelven pornos. No importa quién seas, ni te conocen. Da igual, su trabajo es convencer a un posible comprador. Por eso llegan a preguntarte: ¿Quiere aumentar el tamaño de su pene..? ¿Necesita comprar viagra sin receta..? Y te dan ganas de responderles: ¡No, ni mi marido tampoco!

Siempre me pregunto por qué los mensajes spam tienen ese nombre. Recuerdo bien que mucho antes de la carne rusa, Spam era -y sigue siendo- una pasta de carne muy buena que a veces nos daban a los niños en la merienda. Con galletas saltinas, o si no quedaban, con galleta de agua de La Paloma de Castilla. O con las grandotas galletas de campo que también eran muy sabrosas con mantequilla y azúcar.

Aunque dije que los spam no los envían los emaileros compusivos, a algunos de ellos habría que agradecerles muchos de los que nos llegan, por su bendita manía de no borrar las direcciones de los contactos que acompañan a sus fwds. No sé si con ello intentan decirnos que el chiste que nos mandan es muy bueno de acuerdo con la cantidad de nombres que lo han leído, o que están conectados a una red internacional de corresponsales verdaderamente impresionante.

En fin, que entre los emaileros compulsivos y los mensajes basura, a menudo no nos entusiasma abrir el correo. Y cuando lo hacemos, hasta podemos escuchar con escepticismo la voz de la computadora, sí, porque hay servidores que le ponen voz para avisarte lo que ya estás leyendo: que tienes correo nuevo. A mí me hace evocar a aquel perro grande frente al gramófono por donde escuchaba la voz de su amo. Y es que hay cierta similitud. Quienes se sirven de AOL escuchan esa voz entusiasta que trata de motivarles: Welcome you got mail!

Y la pantalla nos ofrece, contados, los mensajes recibidos en las últimas horas y que ella, inteligentemente, nos ha conservado. ¿65? ¿47? ¿30 ó 94? Más o menos. Enseguida comenzamos a hacer cálculos: un 25% deben ser chistes de Boni. De Cuquita otro 25% con más chistes, parte de los cuales serán los de Boni de ayer, porque él también la tiene a ella en su lista. Por tanto no importa si elimino los nuevos: mañana me los enviará Boni, porque él también está en la lista de Cuquita. Los spam serán un 28% y un 15% será de noticias sobre Cuba, muchas de ellas de primera mano, pero otras de días anteriores que algún contacto trasnochado me las envía por si no me había enterado. ¿Qué queda? Solamente siete u ocho mensajes de interés personal.

Los siquiatras, que creen que lo saben todo, dicen que los emaileros compulsivos padecen una adicción. Y que esa adicción no es tan peligrosa como la del tabaco, la del alcohol o las drogas. De todos modos, yo, afortunadamente, no padezco tal adicción. Porque cuando termino de eliminar los chistes reciclados, los correos-basura, los spam, las cadenas de oración, las noticias viejas, y de leer y contestar los mensajes personales, de deleitarme con los pps, y de enviar mis fwds, me doy cuenta que son las 2:30 de la madrugada y tranquilamente me voy a la cama.

Ana Dolores García
Copyright 2004
Ilustración web

Nota muy importante para todos mis contactos:
Cualquier parecido con persona viva o difunta es pura coincidencia


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