Cuba: Algunos cambios deseables
pero, ¿esperables?
Alejandro Rodríguez
Cuando empezaron los cambios –que parece que fue ayer por el
largo inmovilismo-, pero que ya se acerca la primera década de “actualización”
y el gobierno decidió que todo se haría siguiendo unos Lineamientos, los
jodedores de siempre no tardaron en descomponer y chotear la palabra para darle
un sentido menos solemne a la cosa:
-
¿Sabes qué significa lineamiento?
- ¿Qué?
- Pues
que primero te meto una línea y luego te miento.
El
chiste estará un tilín pesado, pero trasluce el recelo que muchos tuvieron
desde el principio. La
interpretación mas directa, sin embargo, es posible hallarla en este otro que
trata sobre un supuesto “saco de lineamientos”.
- ¡Alto
ahí, ciudadano! ¿Qué trae usted allí en ese saco tan sospechoso?
- Normal,
agente. Aquí traigo Lineamientos.
- ¿Cómo
que Lineamientos? ¿Qué falta de respeto es esa? A ver, abra ahí eso ahora mismo…
¡Pero aquí lo que hay son cangrejos, ¡mercancía illegal!
- No,
agente, de verdad le juro que son Lineamientos; mire: una muela, otra muela mas
grande todavía, poca carne, y ¡déjalos sueltos pa´ que veas cómo van pa´trá y
pa´ trá..!
Con
esto intento ilustrar que en lo mas genuino de nuestras bases proletarias nunca
coló del todo, ni creo que cuele ahora, la cafetera que nos anima todos los
días en Granma a confiar como enamorados en un programa de desarrollo común
que, por no ser, no es siquiera suficientemente público.
Voy a
confesar que alguna vez sí me dejaron boquiabierto: nunca pensé, por ejemplo,
que se relajaría la política migratoria así de pronto; y aunque luego se dieran
pasos de Lineamientos…, o sea de cangrejo, con la restauración del permiso de
salida para los profesionales de la salud, sin dudas se trató de una apertura
auténtica, como mismo fue la oportunidad masiva al trabajo por cuenta propia.
Ambos
constituyen cambios profundos con impacto significativo en la vida socioeconómica
del país. Cambios, además, que suenan irreversibles porque cuesta imaginar un repliegue forzado a
estas alturas en que al menos medio millón de cubanos se han adaptado a vivir
en libertad laboral.
En el
colmo de la autoconmiseración hay quien ha dicho “si se arrepienten y se
deciden a dar marcha atrás no habrá revolución social ni un carajo..”, pero no
comparto esta hipótesis. El camino de seguir “actualizando” cosas, aun a
velocidad de góndola de Venecia, o a niveles subjetivos, como es bajarle el
precio al orégano en polvo… ¿? me parece la suposición correcta.
Lo
preocupante es entonces que en la línea del cambio no aparezcan esbozados
muchos de los problemas que mas machacan a la gente.
El transporte
es uno de ellos. Han pasado casi diez años desde que los medios oficiales
anunciaran la recuperación del ferrocarril con la importación de equipos de
China y la reparación de las vías principales. Por ahí están las noticias
entusiastas que llenaron planas durante todo el 2007.
Con
ello contrasta ahora no solo la ausencia de la cacareada recuperación, sino
también de un programa concreto que se proponga hacer del transporte ferroviario
cubano algo mas que una fuente diarreas, cosas pegajosas, cucarachas alemanas y
cuentos de horror y desesperación.
Si
alguien quisiera una estampa de la Cuba que no se ve desde el malecón, sin
pensarlo dos veces deberíamos mandarlo en el tren regular hasta Santiago de
Cuba.
Yo
hubiese querido también (y díganme hambriento, que no me duele), un lineamiento
específico que prometiera la normalización del comercio de carne de res en
Cuba. Aunque fuera demagogia, a uno le hubiera gustado leer que en “X” cantidad
de años ya los campesinos podrían disponer de sus animales en calidad de dueños
verdaderos, y que quedaría atrás esa
peculiaridad restrictiva, ridícula, seminorcoreana y única en toda la Vía
Láctea.
Además,
si hay párrafos enteros que hablan de campos de golf, una cosa que en Cuba solo
le importa al 0,0001% de la población, ¿por qué no incluir uno sobre la carne de
vaca, lo cual sí interesa a todo el mundo
menos al 0,0001% anterior que solo come vegetales importados de las
praderas de Escocia.
La
última vez que miré en una tienda, de reojo –porque si miro directo pierdo el
equilibrio- un kilogramo de carne de res de primera calidad costaba 14 CUC, y
las de segunda y tercera no bajaban de los 7. Eso significa que aun rebajándole
el 50% a esos precios, cosa que seguramente no pasará en este siglo, seguirán
estando muy por encima de la capacidad de compra del cubano común, igual que lo
está el internet de 2 CUC por hora tras la rebaja del 50% del
precio anterior.
Otro
asunto que brilla por su ausencia es el referente a la emigración juvenil y de
profesionales: sería lindo que hubiese al menos un plan orientado por lo claro
a evitar que se vayan los millones que se quieren ir y que regresen los que ya
se fueron.
Me
quedan aproximadamente 500 cambios deseables, incluyendo un amparo legal a las
libertades de expresión y asociación que nos coloque al fin en la zona de los países
civilizados, pero con esto ya los atormentaré otro día.
Reproducido de alejo3399.wordpress.com
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