Origen del Título de Príncipe de Asturias
El 8 de julio
de 1388, mediante un Tratado firmado en Bayona, enclavado en la actual Galicia, Juan I de Trastámara, Rey de Castilla,
y Juan de Gante, duque de Lancaster, pusieron fin a sus disputas por el trono de
Castilla pactando el matrimonio de sus hijos Enrique III de Castilla y Catalina
de Lancaster.
El matrimonio se celebró en la Catedral de Palencia y a ambos contrayentes
se les otorgó la condición de Príncipes de Asturias, quedando así instaurado el
Principado de Asturias y el título que en adelante ostentará el Heredero de la
Corona de Castilla y de España.
Además, se vinculaban de este modo a la corona
una serie de territorios que, debido a su aislamiento, constituían un foco
constante de rebelión. En los primeros tiempos de la institución, al Príncipe
de Asturias le pertenecía el territorio asturiano como patrimonio y podía
nombrar jueces, alcaldes, etc. que gobernaban en su nombre. Esta situación
cambió durante el reinado de Isabel La Católica, nieta del primer Príncipe de Asturias, que redujo el título
a una condición honorífica correspodiente al heredero de la Corona.
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