Décimas a Santa Teresa de Jesús
Carlos A. Peón Casas
Teresa, siempre Teresa,
la que ante nada se
espanta,
la que su sueño
levanta
con entrega siempre
expresa.
No habrá nunca dura
empresa
que no acometa
inspirada,
porque se sabe
llamada
mas allá de lo imposible
a hacernos a Dios audible
entre tanta clamoreada.
Con la estirpe
castellana
latiéndole en cada
huella,
Teresa es límpida
estrella
de aquella España
mundana.
Ella sabe lo que gana
cuando ya a nada se
apega,
pues su vida se hace
entrega
que invita al amor
sincero
porque amar es lo
primero
si por el Reino se
brega.
Teresa, la del
Carmelo,
la de tanto afán andante,
la fundadora y orante
haciendo camino al
cielo.
Esa Teresa sin velo,
monja y mujer
verdaderas,
la que en muchas
primaveras
de andadura inigualable
da fruto aun
perdurable
y es luz de muchas
hogueras.
Teresa, noble y
callada,
se llena de voces nuevas,
y en la crudeza y las
pruebas
en Dios fija su
morada.
Teresa, la sublimada,
por amor tan infinito
sabe que el grano
marchito
bajo tierra acogedora
se hace vida
precursora
superando lo
inaudito.
Teresa, la inspiradora,
busca la Gracia
inmanente
llena de empuje
ferviente
y de impronta redentora.
Teresa, la innovadora
con impulso de futuro,
va por un camino
oscuro
recorrido sin
espanto,
que no hay miedo ni
quebranto
si en Dios está lo
seguro.
Su vida es sendero
airoso
siguiendo al Dueño de
todo,
y su accionar es el
modo
de hallar en El su
reposo.
No hay sacrificio sin
gozo,
no hay ofrenda sin
altar:
Teresa sabe inmolar
con infinita largura,
un alma toda dulzura
con Dios llamada a
reinar.
Reproducido del
Boletín Diocesano, Camagüey.
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