23 de septiembre de 2015

Sobreponiéndonos al miedo que nos separa



Sobreponiéndonos
al miedo que nos separaba

El temor y las tensiones que sintieron  los estudiantes son parte del omnipresente paisaje en que viven los cubanos: El obstáculo que se enfrenta a la cultura del diálogo y la reconciliación que propone el Papa mientras el gobierno sigue insistiendo en imponer su particular monólogo.  

El encuentro de los estudiantes de la Laurea en Humanidades, del Centro Cultural Félix Varela con el papa Francisco el pasado domingo, fue mas de lo que esperaban algunos. Hubo tensiones entre los estudiantes de la UCI (Universidad Ciencias Informáticas, oficial), la CUJAE (Centro Universitario José Antonio Echevarría, oficial) y la UH (Universidad de La Habana, oficial), impuestas por Gobierno como cordón de seguridad, y la Pastoral Juvenil. El cardenal se llevó una sorpresa y los asistentes al final lloraron.

Karolina Guillén, estudiante de segundo año del Centro Cultural Félix Varela, relata su experiencia:

«Salimos de la Plaza Cívica a pie para el Centro y cuando llegamos nos identificamos con una Oficial que  nos dijo esperáramos a Damián, un compañero de aula nuestro que estaba en el grupo de organizadores, nos vendría a buscar. Supuestamente debíamos estar en primera fila, pero los de la Seguridad se cuadraron y nos dijeron que no habría distinción y que entrarían primero los que habían llegado desde temprano».

El Oficial se refería a los estudiantes de la UCI y de la CUJAE que se encontraban apostados allí desde aproximadamente las 11:00 AM para un evento que sucedería sobre las 6:00 PM. Karolina agrega: «Y aunque Mónica, la secretaria del Rector, llamó para decir que ya todo se había arreglado, desde el inicio los de la Seguridad nos escondieron esa información. “Que si no sabían por dónde abrirían… que si se había cambiado la hora de la actividad…” En fin, pero eso ya se veía venir».

Karolina habla de la carta de inconformidad que desde el 1 de septiembre el Rector del Centro, Yosvany Carvajal, había redactado y hecho firmar a todos los estudiantes presentes en el acto de inicio de curso, donde se pedía que los jóvenes de la Laurea fueran señalados con distintivos. La carta, que había sido enviada al Arzobispado de la Habana, quedó sin respuesta.

El encuentro con el Sumo Pontífice lo había coordinado el Rector del Centro Cultural Félix Varela, y la idea inicial era hacer la actividad dentro de los muros del colegio aprovechando los pasillos que lo comunican con la Catedral de La Habana. Otro motivo para efectuar el encuentro allí  era que la Laurea es un nuevo proyecto educacional de estudios superiores avalado por la Congregación para la Educación Católica en el Vaticano.

Una carta de la FEU enviada al Cardenal Jaime Ortega pidiendo su participación en el evento provocó que la convocatoria se abriera a otros jóvenes. Sin embargo, la proposición de que la reunión se realizara en la colina universitaria no tenía ningún viso cristiano. «Tremenda hostilidad. ¿Tú sabes lo que es pedir que la gente vaya a ver al Papa bajo el lema: 'Hay que ir a ver al Papa, tenemos que ser mayoría"», comenta un joven católico, estudiante de la Universidad.

«Cuando nos dijeron finalmente que abrirían, no nos quedó más remedio que correr como salvajes para alcanzar un lugar», continúa contando Karolina. «A Lorena se le cayeron los espejuelos y no pudo regresar por ellos y otra estudiante se cayó y se quedó en el piso. Los primeros que llegaron a la valla que quedaba frente a la tarima donde hablaría el Papa abrieron espacio para los que quedamos atrás.  Nos empujaban a nosotros y nosotros los empujábamos a ellos. Hasta que los estudiantes de la Lauren logramos hacer un espacio. Éramos un grupo de quizás 40 personas que apenas nos podíamos mover». Y sigue testimoniando cómo los de la UCI y de la CUJAE, que formaban el cordón de seguridad, se podían confundir perfectamente con los de la Pastoral Juvenil, que nunca pudieron acordonarse como estaba previsto porque no se les permitió.

«Parecía que el objetivo era que ni siquiera pudiéramos ver», afirma Karolina. «Teníamos a nuestro alrededor un ambiente de tensión e intriga. En eso llega el jefe de Seguridad y le dice a uno de los del cordón: “Oye, si no se quitan, entonces a patá por los huevos”. Más tarde, el comentario era que una muchacha de un pulóver rojo le entregaría una carta al Papa. Y empezaron a buscar entre nosotros a alguien que nadie sabe a ciencia cierta si existía realmente».

Según Karolina Guillén, la diferencia entre unos jóvenes y otros se hizo notar    cuando los obispos pidieron un momento de meditación y de oración por el Papa, o por las consignas que se coreaban de "Arriba, arriba, juventud católica arriba", "Esta es la juventud del Papa", "Esta es la juventud de Cristo”, aunque dice que cuando comenzó el concierto de Martin Valverde y recordó lo que había pedido Juan Pablo II, en su visita: "que Cuba se abra al mundo", «todos nos empezamos a relajar». «Los del cordón, que parecían muy fieros, nos dieron espacio para que los que estábamos detrás pudiéramos hasta grabar; algunos cerraron las sombrillas que habían abierto por la llovizna y otros se intercambiaron, porque eran demasiado altos y no dejaban ver».

Cuenta Karolina que fue un día de mucha tensión. «Entre 4:00 y 5:00 AM habían detenido a un grupo de personas entre las que había niños de la Pastoral de Familia de Santa Rita, solo porque uno de ellos es miembro del grupo Cuba Decide y los demás llevaban pulóveres con mensajes cristianos pero con el logo de esa organización. Los mantuvieron en la estación de Boyeros y Zapata, hasta que por una gestión de Mons. Juan de Dios, obispo auxiliar de La Habana, los dejaron finalmente llegar a la Plaza».

«En un inicio nos tenían prohibido tirar fotos y mostrar carteles", así que los llevábamos escondidos en las mochilas, pero cuando vimos que el Papa aún tenía energía para tomar notas del discurso que dio el representante de la Juventud Católica Universitaria, y que sus palabras hablaban de los sueños y de no quedarse “en la cola de la historia”, nos envalentonamos. Hubo un momento en que habló de dialogar con el Gobierno y alguien del público le gritó: 'Si nos dejan'. Aquello fue el detonante. Todos empezamos a gritar. Y entonces fue cuando levantaron un cartel que decía “Que Cuba se abra a los cubanos”. Había que verle la cara al Cardenal». Quienes tenían el cartel eran jóvenes laicos comprometidos que en más de una ocasión se le han encarado al Cardenal recordándole que él no es la Iglesia. 

«Hubo un momento en que todos éramos cubanos», termina contando Karolina. «Nos hizo sobreponernos al miedo que nos separa. Imagínate que te pongas a llorar y que creas que eres tú nada mas y que de repente mires al lado y todos estén igual que tú, incluidos algunos de la UCI que, a lo mejor, no tenían autorización para llorar».

Reproducido de CubaEncuentro.
Remitido por Joe Noda.

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