Piloto
para la guerra imaginaria
LA
HABANA, Cuba - CUBANET- Yudelmis López Díaz
tiene el privilegio de acariciar las nubres. Lo hace sentada en el helicóptero
de combate que aprendió a pilotar en el Instituto Técnico Militar (ITM), José
Martí de La Habana. Después de intensos esfuerzos la joven de 23 años de edad
pudo cumplir su deseo en contra de todos los pronósticos.
Es la primera mujer
cubana que ocupa la responsabilidad de jefa de nave. Tal vez sueñe estar
presente en algún escenario bélico donde probar la eficacia de los misiles y
protagonizar una de esas acrobacias aéreas en medio del fuego enemigo. Le
enseñaron que los marines norteamericanos siguen al acecho y que hay que estar
alertas para cuando decidan desembarcar por varios puntos de la costa norte de
la Isla.
El tono
de la propaganda no ha disminuido, sin embargo si de invasiones se trata, hay
que limitarse a hablar de ciclones y virus provenientes de la vecindad
tercermundista. Las únicas guerras son en las pantallas de los televisores,
bien las de tiro real en el Medio Oriente y Ucrania, o las de balas salvas que
se facturan en Hollywood.
En el inventario de pistoletazos que ocurren en el
territorio nacional, más allá de los que acontecen en las periódicas maniobras
del ejército, están los que se reportan en los barrios marginales donde el
narcotráfico ha hecho metástasis o en los señoríos de algún jerarca de primer
nivel, civil o militar, a causa de un incidente pasional.
Yudelmis
deberá acostumbrase a apoyar desde las alturas, fumigaciones contra el mosquito
transmisor del dengue, las plagas que afectan los cultivos o en la extinción de
incendios forestales, entre otras actividades sin nada que ver con el arte de
la guerra. De esa manera podrá aniquilar, sin tantos riesgos, a una parte de
los verdaderos enemigos de la patria.
El
margen para una desgracia estaría por errores en el pilotaje o por
eventualidades climáticas, nunca por un cohete tierra-aire. Si en realidad
busca poner a prueba su habilidad en el manejo de las armas, pues se quedará
con las ganas. A Cuba no va a venir ningún soldado de la U.S Army. Lo más
probable es que un futuro cercano, entren por el aeropuerto internacional José
Martí o en yates de gran calado, un regimiento de empresarios estadounidenses
con sus billeteras apuntando a la arruinada economía nacional
Del
lugar que se esperan los cazabombarderos y las brigadas de desembarco fluyen,
sin pausas, los recursos que mantienen al país a flote. Las remesas de los
cubanos que residen en el país sobre el cual la jerarquía comunista descarga sus
odios, han evitado el colapso de la economía. Solo los envíos de petróleo desde
Venezuela superan en orden de importancia el dinero proveniente de los
bolsillos de quienes optaron por abandonar el paraíso que Yudelmis se apresta a
defender desde la cabina de un MI-17.
Lo más
factible es que tenga que cambiar de trabajo en los próximos años. Dejar su
periplo por las nubes y poner los pies sobre la tierra. En el capitalismo que
se construye disimuladamente no hay tiempo para seguir fantaseando con adversarios
virtuales ni otras tonterías que han provocado la dilapidación del patrimonio
nacional.
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