7 de mayo de 2014

El traje de la novia




El traje de la Novia


 El traje de la novia en 
la tradición oriental


Muchos de los vestidos de boda en China  son de color rojo, el color tradicional de la buena suerte. Sin embargo, en las bodas chinas modernas, particularmente las celebradas en países occidentales, la novia opta por el vestido occidental blanco o cambia generalmente de un vestido rojo a un vestido blanco a lo largo del día.



 En algunas partes del norte de India  el color tradicional de la ropa de boda de las mujeres es también rojo, un color que significa prosperidad, aunque hoy en día muchas mujeres optan por otro tipo de colores. Las bodas indias del sur utilizan tradicionalmente el color blanco o saris  de color crema. Las novias indias en países occidentales utilizan el sari en la ceremonia de boda y cambian a menudo a ropa tradicional india después (como lehnga, choli, etcétera). En el siglo xv los vestidos que mas se usaban eran de color  morado.



El traje de novia en nuestra tradición occidental



En la cultura occidental y ya según la tradición moderna, el color de los vestidos de boda es blanco. Utilizado en este sentido, el blanco de boda incluye tonos pastel tales como huevo, crudo o marfil. Pero no siempre fue así. De hecho, a lo largo de nuestra historia los colores de los vestidos de novia han variado mucho dependiendo de diferentes factores.



En Grecia las novias llevaban túnicas con mantos en diferentes colores y adornos florales en el pelo. Posiblemente se taparan con un velo. En Roma se seguía la tradición de vestir a la novia con una túnica rígida blanca, color de Himeneo, dios de la fecundidad y el matrimonio. El atuendo nupcial se completaba con un cinturón (el nudo de Hércules) y un velo y zapatos color azafrán.



Durante muchos siglos, el vestido fue más un símbolo de la riqueza o bonanza de la familia de la novia que de su pureza o de su fecundidad. En la Edad Media y el Renacimiento era habitual el uso de telas en colores fuertes, púrpuras, rojas o azules ya que sólo las clases más ricas podían permitirse ese tipo de tintes que requerían un tejido y mantenimiento especial, mucho más caros que el que suponían los tintes naturales vegetales que usaban las clases más desfavorecidas.



Dichos colores simbolizaban tanto el poder económico como el social. Cuanto mas adornado y trabajado estaba el vestido, mas rica y poderosa era la familia a la que dicho vestido servía como escaparate. Eran habituales en esta época los brocados, los terciopelos, las sedas adamascadas, los ribetes de piel de armiño o visón, las gemas incrustadas...  El blanco se usaba en ocasiones. Por ejemplo, se sabe que en 1406 la princesa inglesa Phillipa se casó con Eric de Pomerania con una túnica y manto en satén blanco con ribetes de terciopelo en el mismo color y  piel de armiño.



Las clases más bajas por supuesto no podían permitirse este exceso. Los vestidos de novia se hacían en lino o lana, en lugar del áspero tejido hecho en casa que llevaba a diario, e intentaría que tuviera la mayor cantidad posible de tela. Un vestido con mangas largas o con cola ya suponía una notable diferencia de status. En la actualidad la tela hecha de forma industrial ha quitado este simbolismo a la cola, pero la misma se ha mantenido como tradición.



Antes de la medicina moderna, tener salud y una larga vida no era fácil ni para las clases altas ni mucho menos para las bajas. Como consecuencia, crecieron en torno a las bodas y por añadidura al vestido de novia numerosas supersticiones encaminadas a conseguir esa soñada vida longeva, feliz y fértil. Aunque el blanco siempre se relacionó por razones obvias con la pureza, el azul, asociado también a la Virgen, fue durante mucho tiempo el color favorito, símbolo de la fidelidad y el amor eterno. Incluso si no iban vestidas de azul, las novias trataban de llevar algo en ese color como garantía de dichas alegrías. Superstición que se mantiene hoy en día. Recordemos si no, lo de “algo nuevo, algo azul, algo prestado y algo viejo…”



Salvo los verdes que se asociaban a las hadas y habitualmente se evitaban, y los colores naturales, marrones y beis -castaño claro-, que se asociaban a la pobreza,   a lo largo de los siglos las novias usaron casi toda la gama cromática.


Pero entre las clases altas las telas fueron aclarándose hacia tonos pasteles (rosas, azules, amarillos) mientras que tanto la monarquía como la nobleza se fueron decantando por vestidos en tonos metalizados, profusamente bordados en oro y plata, una vez mas símbolos claros del status y el poder social. Esta tendencia se mantuvo durante los siglos XVII, XVIII y XIX.



Mientras, las clases menos pudientes comenzaron a usar colores más oscuros como el negro, la gama de grises o azules, ya que era fácil reconvertir un vestido de estos colores en un vestido de los domingos. Otras veces se adornaban vestidos que se usaban diariamente, con lazos o flores para hacerlos especiales para el día de la boda.



Y así llegamos al momento en el que se popularizó el vestido "moderno" de novia. ¿Quién fue la responsable de esa imagen tan nítida que tenemos hoy de la novia vestida de blanco, con velo, flores, encajes y cola..? 



Sí antes de la era victoriana las novias se podían casar de cualquier color excepto negro (el color propio del luto) o el rojo (que estaba relacionado con las prostitutas),   el vestido blanco vino a simbolizar la pureza del corazón y la inocencia de la niñez. Aunque una atribución más reciente sugirió que el color blanco simbolizaba la virginidad,  el uso obligado del vestido blanco  fue cuestión de una moda impuesta involuntariamente. Veamos.



En 1840 se celebró en Inglaterra la boda de la reina Victoria con su primo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Saalfeld. En una época en la que las novias pertenecientes a casas reales o nobles elegían mayoritariamente vestidos metalizados bordados en oro y plata, Victoria eligió el blanco. ¿Por qué? 



 A pesar de su corta edad, 21 años ese momento, Victoria no iba a su boda como princesa sino como reina consorte, y el enlace con el príncipe Alberto la convertiría automáticamente en reina de pleno derecho de todo un imperio. No tenía que demostrar su riqueza o su poder ni quería ser un mero ornamento de la corona, sino que  quería demostrar que era una digna futura reina. 



¿Cómo lo consiguió? A finales de los años 30 del siglo XVIII la industria tradicional textil inglesa se estaba viendo seriamente afectada por el desarrollo de la Revolución Industrial. La invención de una máquina de elaborar encajes de forma industrial afectó a muchas pequeñas localidades y fábricas inglesas que basaban su riqueza en el encaje hecho a mano. 



La reina Victoria quiso apoyar y estimular esa industria artesanal eligiendo una pieza soberbia de encaje de Honiton, con un dibujo que imitaba un diseño antiguo. Y para realzarla, el blanco era la opción ideal: un fondo neutro sobre el cual el trabajo de los artesanos luciría en todo su esplendor. Siguiendo esta idea, William Dyce diseñó para la reina un vestido blanco de satén liso con volante y cola de encaje. Y utilizó el mismo encaje para crear el velo que completó el conjunto. Es decir, en este caso, más que símbolo de pureza, el blanco era un símbolo de patriotismo y de identidad.



Otra de las razones que hizo muy especial esta boda es que la reina se casó enamorada. Parece algo habitual, pero tampoco lo era. Los matrimonios reales eran casi siempre pactos políticos, acuerdos entre familias y uniones concertadas. El romanticismo es una idea muy moderna y la reina Victoria fue una de las primeras que hizo ostentación de este amor, el día de su boda y durante el tiempo que duró el matrimonio. Algo que en mi opinión pudo pesar en la siguiente elección de la reina: para adornar su vestido blanco llevó simplemente un collar y unos pendientes de diamantes. Y como pieza principal, un broche con un zafiro azul, regalo del príncipe Alberto. También renunció a llevar corona o tiara y se adornó el pelo con una sencilla diadema de flores de naranjo, símbolo de la pureza, y de mirto, símbolo de la felicidad doméstica y del amor.



 Que una reina de la importancia de Victoria eligiera tan pocas joyas en un día tan señalado era algo extraordinario y fue muy criticado en su época.



Ya sabemos que la reina Victoria no fue la primera novia blanca pero sí la que popularizó dicho color. La suya fue una boda ampliamente divulgada por todo occidente y pronto se convirtió en un referente estético, primero para las clases más altas (el blanco y el encaje seguían siendo un color y un tejido caros y difíciles de mantener) y posteriormente el ascenso de la burguesía favoreció a su propagación entre las clases medias. 



Además, la reina se hizo retratar en numerosas ocasiones a lo largo de su vida luciendo dicho vestido no sólo en cuadros sino también en grabados y fotos, lo que aumentó la popularidad del modelo.

wikipedia.org

http://petronialocuta.blogspot.com

Ilustración:
La reina Victoria y el príncipe Alberto a la salida de la ceremonia de su boda, grabado de S. Reynolds

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