Este es el estudio meticuloso hecho por el
escritor matancero Ulises Rodríguez Febles, en Cuba, sobre cinco obras de
teatro que tratan la vida de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Una de las cinco
obras estudiadas es la pieza en dos actos “La Peregrina”, de mi amigo Raúl De
Cárdenas, la cual cierra este artículo con broche de oro. Primera vez en más de
cinco décadas que el nombre de Raúl de Cárdenas, dramaturgo, aparece en Cuba. MTT
Cinco
acercamientos dramatúrgicos a Gertrudis Gómez de Avellaneda
Preámbulo
ULISES RODRÍGUEZ
FEBLES -
Dramaturgo,
investigador y guionista
Matanzas,
Cuba
Gertrudis
Gómez de Avellaneda, La Tula, La Magna, La Peregrina, cumple su bicentenario.
Nacida en Puerto Príncipe en 1814, con una biografía pródiga en acontecimientos
relevantes ha seducido a siete autores dramáticos – de los que solo analizo
cinco - que concibieron sus obras en épocas muy diversas: Manuel
Pereiras - García, La Divina Cubana,
en la década del 80; Raúl de Cárdenas, La
Peregrina en 1993; Pedro Monge Rafuls, Tula, La Magna, entre 1993 y el 2010; Gerardo Fulleda
León, La pasión desobediente
en el 2013 y Matías Montes Huidobro también el 2013.
Los cuatro
primeros viven en los Estados Unidos y el último en Cuba. Es interesante que
los que viven en la otra orilla, hayan tenido este acercamiento a quien también
vivió como ellos, viendo a su país desde la nostalgia, intentando comprender a
otro, que no es el suyo y logrando – con diferentes matices – el reconocimiento
verdadero en el que los acoge y el desconocimiento en el otro.
¿Por qué esta
predilección por Gertrudis Gómez de Avellaneda? Sin, dudas por ser
una compleja personalidad con rasgos caracterológicos multifacéticos en
una mujer que en el siglo XIX inconforme ante los obstáculos que la sociedad –
tanto la cubana, como la española – le impone en aspectos disímiles
relacionados con lo social, lo moral y lo artístico, logra desafiarlos y trazar
un importante legado que llega hasta nuestros días. En cada uno de los textos
encontramos sucesos de una gran fuerza dramática que son seleccionados por cada
uno de los autores según su interés en determinada zonas de la biografía, por
empatía afín al discurso y a los aspectos ideo estéticos de su creación.
Después de
leerlos y adentrarme en las particularidades de cada uno de ellos me pregunto,
aplicando el instrumental teórico del método dramatológico del Doctor José Luis
García Barrientos: ¿Qué diferencias tipológicas definen los rasgos en el texto
de los autores estudiados? ¿Qué características tienen sus diálogos que lo
hacen afines o diferentes? ¿Cómo son sus estructuras y manejos del tiempo y el
espacio? ¿Cómo es la Gertrudis Gómez de Avellaneda concebida por cada uno de
ellos – y qué personajes seleccionan de los muchos relacionados con su vida?
¿Cuáles son las ideas más afines en cada uno de ellos y cuáles los diferencian?
¿Qué sucesos se reiteran y cuáles no? ¿Cómo se fusiona lo ficcional con lo
histórico? ¿Cuál fue el estímulo que los llevó a escribir sobre la
Avellaneda?
La Divina
Cubana
La Divina
Cubana, de Manuel Pereiras - García (Cifuentes, 1950)
es un texto escrito en la década del ochenta.
Como el texto
de Fulleda León es también un monólogo, pero en este la Avellaneda tiene
cincuenta y tres años, por lo que nos encontramos en instantes muy
cercanos al de su fallecimiento ocurrido en Madrid en 1873. Su diálogo es con
personajes latentes como El Visitante, Tassara, Cepeda y Julia, su
cuñada. Tres masculinos y tres femeninos, ubicados por el autor en un tiempo
y espacio patente en sus casas en Madrid. El personaje de
Gertrudis se desdobla en diferentes etapas de su vida, que van de la juventud
hasta otras de su madurez, que por las edades y los sucesos que aborda
contribuye a dilucidar las fechas en su cronología vital y son – es
importante aclarar – mutaciones no representadas, sino diegetizadas.
Lo dramático
está en la fuerza de la palabra, en lo que dice y narra de su vida con
fidelidad a la verdad histórica.
Lo que
ficciona está en el plano estructural de su encuentro con El Visitante, que se
llama Pepe, es habanero y viene de Cuba, es latente y a la vez objetivo;
como lo es Julia, una de las pocas que en 1873 la acompaña a su última morada en
el cementerio de Madrid.
Los otros
personajes del monólogo son Tassara y Cepeda, eminentemente subjetivos, porque
están en su recuerdo, y en esas transiciones retrospectivas, se tornan en
personajes latentes; pero no son visibles ni objetivos, porque se encuentran en
un espacio que es propio de la invisibilidad física.
Escoger a
Tassara y Cepeda, que en la mayoría de los textos tienen una importante
significación en la vida de la protagonista, permite al autor ubicarnos en
fechas y sucesos muy específicos de la biografía de la Avellaneda.
Por lo tanto
la selección nos lleva a una estructura acrónica, que hace énfasis en
fragmentos de su vida. Lo que nos propone Pereira - García es un espacio
significado por accesorios, que dan un carácter icónico y estilizado, más que
realista a la representación; pero que en su sencillez tienen la trascendencia
de lo decadente, de lo que ha perdido su encanto y envejece, de lo que muta
imperceptiblemente hacia la perdida irreversible.
El diálogo
fusiona textos de la Avellaneda con la recreación del universo vivencial de los
últimos años de su existencia; así como con citas provenientes de otras
fuentes, que contribuyen a su caracterización, incluso física y pienso,
¿necesaria? o al abordaje de sucesos de importancia en su vida, como lo es su
presentación en Liceo Literario de Madrid.
La Divina
cubana nos revela un diálogo que muestra la angustia y
la soledad de quien ha triunfado siempre rodeada de personas, y ahora se
encuentra olvidada, esperando una pensión, con las privaciones de quien que se
mueve en los límites del vacío; que se llama a así mismo orgullosa y lo
demuestra en sus palabras. Una mujer vanidosa que a la vez nunca deja de ser
esa Gertrudis anfitriona, con un diálogo vital, colmado de contradicciones y de
recuerdos muy especiales, de un gran humanismo; rasgos muy particulares del
carácter que ha creado Pereira - García (la de la mujer casi ciega, con
diabetes, en la pobreza, que ya no escribe y recuerda de una manera especial a
la isla; que valora desde la distancia su pasado, sus amores, su relación con
los escritores de la época. Es importante reafirmar el carácter metateatral y a
la vez ideológico, por la importancia que le concede Pereira - García a las
propias reflexiones estéticas de Gertrudis sobre su obra, también por la manera
en que alterna fragmentos de su poesía o de su teatro, como Munio Alfonso,
que contrasta lingüísticamente con la de sus memorias.
El tiempo
transita en cada visita de El Habanero (que se me antoja José Martí),
revelándonos un texto con un orden temporal acronológico, de regresiones
parciales, donde la repetición, propiciadas por las entradas o salidas de El
Visitante, que se mueve entre perspectivas objetivas (su relación con El
Visitante y Julia) y subjetivas (sus conversaciones con Tassara y Cepeda).
Es La
Avellaneda, sin perder lo que el autor sugiere, la que nos lleva a otros
espacios, tiempos, sin ningún tipo de desdoblamiento y donde el acto de leer,
enfatiza, constantemente esta condición.
En La
Divina Cubana podemos seguir la trayectoria de un ser de la estatura humana
e intelectual de Gertrudis Gómez de Avellaneda, por su propia voz, íntima y
siempre provocadora.
“EI mejor año de mi vida fue aquel en que todo estaba por delante”, mientrascruza la mar en buque de
vela, de cara al sol, de cara al viento, al triunfo. Es este
final, que nos lleva simbólicamente a otro momento de su vida, que nos ubica en
un tiempo y espacio de su biografía de gran significación para ella y
creo que de alguna manera para la literatura hispanoamericana. ¿Sería Gertrudis
Gómez de Avellaneda la escritora reconocida, cuyo bicentenario celebramos en el
2014, sino hubiera abandonado su tierra natal? Es cierto que en este texto,
salvo algunas alusiones, nunca encontramos representados, los motivos de su
partida, su inconformidad y desprecio, por ser sus proyectos e intereses
diferentes a muchos de los de su generación.
Solo
encontramos la conflictiva relación con su madre, pero relacionada con
cuestiones literarias, la censura a su imaginación, a su talento creativo. No
hay en el texto de Pereira - García referencia a su manera de ver a la mujer y a los hombres, de enfrentar
un mundo cerrado que limitaba su libertad. Es la necesidad creativa, su
pasión por el teatro, lo que en este texto, hace que reconozca la necesidad de
partir.
“Poesía
puede escribirse en cualquier parte; pero no el teatro” - dice La
Tula. No están en este texto relaciones con sus personajes literarios,
relacionados explícitamente con Cuba; no aparece el tema de la esclavitud o el
Sab, que de una manera u otra siempre asoma en las obras de los demás. Tampoco
la religiosidad de una Gertrudis, abrazada con fervor a Dios. Escuchamos
recuerdos agradables de La Habana, cuando habla con El Visitante y encontramos
dos maneras de ver un país, una ciudad, las de él y la suya. Por sus palabras
cargadas de significación ideológica y su partida, de cara al sol, al
viento, hacia el horizonte, sintetiza de alguna manera la trágica decisión de
una mujer que crece en la inmensidad de la vida que se ha trazado y ha
defendido, estoicamente para el futuro…
(Continuará)
Gertrudis Gómez de Avellaneda murió en Madrid, pero fue enterrada en Sevilla siguiendo su última voluntad. Con el paso del tiempo su tumba se fue deteriorando y se encontraba en un estado lamentable, hasta que fue restaurada recientemente.
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