El
Papa Francisco
en
Tierra Santa
(Ayer
en Jordania)
«Con la esperanza de que esta visita
contribuya a incrementar y promover relaciones buenas y cordiales entre
Cristianos y Musulmanes». En su primer discurso, en Amán, en la ceremonia de
bienvenida, el Papa Francisco, empezó agradeciendo a Dios el poder comenzar su
peregrinación, visitando el Reino Hachemita de Jordania – siguiendo las huellas
de sus predecesores Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI – y agradeciendo al
Rey Abdullah II, por sus cordiales palabras de bienvenida, y por ser conocido
como «hombre de paz», con el vivo recuerdo del reciente encuentro en el
Vaticano.
Abrazando
al pueblo de Jordania, «tierra rica en historia y de gran significado religioso
para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam», el Papa Bergoglio señaló que
este País «acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos,
iraquíes y de otras zonas en crisis, en especial de la vecina Siria, destruida
por un conflicto que está durando demasiado tiempo».
Y,
alentando el reconocimiento y la ayuda de la comunidad internacional, reiteró
el compromiso de la Iglesia Católica, dentro de sus posibilidades, en la
asistencia a los refugiados y a los necesitados, sobre todo mediante Caritas
Jordania.
Junto
con «su dolor, ante las fuertes tensiones en la región medio-oriental», y «su
gratitud a las autoridades jordanas», animándolas «a seguir esforzándose por
lograr la tan deseada paz duradera en toda la Región», el Obispo de Roma señaló
que «para esto, es necesario y urgente encontrar una solución pacífica a la
crisis siria, además de una justa solución al conflicto entre israelíes y
palestinos».
Luego,
renovó su profundo respeto y consideración a la comunidad Musulmana, y expresó
reconocimiento por el liderazgo de Su Majestad el Rey en la promoción del
entendimiento de las virtudes proclamadas por el Islam y la serena convivencia
entre los fieles de las diversas religiones.
Un
saludo lleno de afecto dirigió también el Papa a las comunidades cristianas –
ahora numéricamente minoritarias – presentes en el País desde los tiempos
apostólicos, que contribuyen al bien común de la sociedad en la que están
plenamente insertadas. Comunidades que pueden profesar con tranquilidad su fe,
respetando la libertad religiosa, que es un derecho humano fundamental, con el
anhelo firme – dijo el Obispo de Roma de que «sea tenido en gran consideración
en todo Oriente Medio y en el mundo entero».
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