Bailando
en casa del trompo
Alina
Fernández Revuelta
Esta
semana hemos presenciado un esfuerzo más, no ya desde Cuba sino desde la propia
entraña estadounidense, por aliviar el “embargo”.
Como si fuese un guiño a la fecha patria del 20 de Mayo, un grupo de personalidades de diferentes especies (era Balzac quien afirmaba que la sociedad se divide en especies y no en clases…) recomendaron al presidente Barack Obama unas cuantas medidas, no para levantar el embargo, que es cosa más complicada, pero sí para darle la vuelta, metérsele por debajo y finalmente reventarlo. Son medidas muy bien pensadas. Tanto, que llegue a preguntarme si no sería una estrategia de este grupo de personalidades para poner a Cuba entre la espada y la pared: se pedía, por ejemplo, que las remesas fueran ilimitadas, y que las billeteras al uso pudieran ser también de los americanos y no solo de los parientes que desde aquí ayudamos a los parientes, para así promover la pequeña empresa privada (y agrandarla, supongo). Se contemplaba la entrada a la isla de ONG (organizaciones no gubernamentales) norteamericanas, así como un apoyo definitivo a la ampliación del arsenal informático, entre otras propuestas.
Es decir, pensé que era una movida estratégica porque hay puntos que Cuba jamás va a aceptar. Aun así, parece que este grupo de bien pensantes no acaba de darse cuenta de que el comunismo se termina, únicamente, cuando el individuo puede ser dueño de los medios de producción y el comercio deja de ser un monopolio del Estado. Y que por más destupidores de inodoro que se le puedan mandar desde Miami a los recién autorizados plomeros, o más uniformes que se puedan enviar para que estén arregladitas las recién autorizadas empleadas domésticas, o más platos y cubiertos a las florecientes “paladares”, eso no quiere decir que se acabará la dictadura. O la tiranía.
Hay que mencionar que estas iniciativas amistosas de “desbloqueo” amistosas no son nada nuevo.
Recuerdo que en 2008 la Brooking Institution empezó dale que dale con el tema cubano. Presentaron el libro de Dan Erikson, Las Guerras de Cuba, Fidel Castro, Estados Unidos y la Próxima Revolución, y en 2009 aterrizó en Miami una exembajadora norteamericana en la isla para declarar que “ya es hora de dejar de lado la idea de cambiar el régimen, pues lo han intentado sin éxito durante años”, y acto seguido se presento un documento de la Brooking titulado “Política de Estados Unidos hacia una Cuba en Transición. Plan para un compromiso crítico y constructivo”.
Es decir, hay cubanólogos y analistas que ya veían a Cuba en transición en 2009… En ese entonces pensé que Raúl Castro tenía que haber sufrido una cirugía metafísica, tras su poder heredado, porque un verdadero ejército lo quiere hacer pasar, desde que tomó el mando, por un demócrata. La ceguera no se les ha curado y esa misma exembajadora, Vicky Huddleston, no se da por vencida: en 2014 ha vuelto a la carga y forma parte de la especie que conforma el reciente grupo de presión a Obama con la cartica de marras.
La avalancha de devotos raulistas incluía también, por aquel entonces, al senador republicano Richard Lugar. A principios de febrero de 2009, este caballero presentó ante el Congreso un informe según el cual Cuba vivía ¡un momento histórico! Era el aniversario del ascenso oficial al poder de Raúl Castro. En algo tenía razón el senador: con Raúl, Heredero Presidente, nos habíamos sumado a las dos únicas dinastías militares, dictatoriales y hereditarias que quedan en el siglo XXI: nos habíamos hermanado con Siria y Corea del Norte, con los que hasta compartimos la estética de vivir uniformados desde hace mas de 50 años. Sobre todo, habíamos establecido un récord en Latinoamérica, donde jamás un hermano le ha regalado el poder a otro.
Sin embargo, las personalidades que ahora presionan a Obama para que siga abriendo los huecos del colador, incluyen a recios funcionarios del gobierno de George W Bush, unos cuantos subsecretarios de Estado, un religioso que vinculamos con el popular Padre Alberto por ser su mentor, y un grupo de cubanoamericanos que cuentan con la secular testarudez del empresario Carlos Saladrigas y la adición fresca de un miembro de la familia Fanjul, Andrés se nombra, que tal vez sueña con repoblar a Cuba de caña de azúcar. David Rockefeller es otro reincidente que por algún motivo se siente atraído por el asunto. ¿Cuáles son las motivaciones? No se puede acusar a nadie de “comerciante sin escrúpulos”. Estoy convencida de que, como en la viña del señor, hay de todo entre los signatarios de la petición. Nos queda mucho por ver en estas aventuras de querer ir a bailar a casa del trompo.
Reproducido
de Diario Las Américas, Miami
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