Alimentos que no hay que guardar en la nevera
(Por raro que nos
parezca)
Aunque pueda parecer
extraño, hay algunos alimentos que no deberíamos guardar en la nevera ya que el
frío puede causar alteraciones en su sabor, en sus propiedades o, incluso,
hacer que se pongan malos más rápidamente. Descubrimos algunos de esos
alimentos que es preferible dejar fuera de la nevera
Las cebollas
La humedad de la nevera hace que las cebollas se reblandezcan y se pongan
mohosas rápidamente, además empiezan a germinar pequeños brotes. Para
evitar que se pudran tan pronto hay que guardarlas en un lugar fresco y seco...
¡y separadas de las patatas! Si se guardan juntas se pudrirán antes porque al
almacenarlas juntas emiten un gas que provoca que ambas se echen a perder. Las
cebolletas y los cebollinos, gracias a su alto contenido en agua, sí se
pueden meter en la nevera.
Los ajos
Al meter los ajos en la nevera,
empezarán a brotar pequeños tallos y se pondrán correosos y mohosos. Para evitar esto y conseguir que los ajos se
mantengan frescos, lo más recomendable es guardarlos en una bolsa de tela en un lugar fresco y seco.
Las frutas tropicales
Las
bajas temperaturas anulan las enzimas
que permiten madurar a las frutas tropicales como la piña, el plátano o la papaya, a las que el frío hace que su pulpa se vuelva
pastosa o su piel se ponga negra. Estas frutas están acostumbradas a
temperaturas más altas por lo que no es conveniente almacenarlas a temperaturas
por debajo de los 10º
El chocolate
Uno de los alimentos que más duda nos
puede generar sobre la idoneidad de meterlo o no en la nevera es el
chocolate... por aquello de que se pueda derretir. Sin embargo los expertos lo
tienen muy claro, el chocolate no hay que meterlo en la nevera salvo que contenga un
relleno lácteo o haga mucho calor. El frío hará que le salga una especie de capa blanquecina, que significa que ya
no sabe cómo debería y su textura no es la que debería ser. Lo ideal, aseguran
los expertos, es comprar el chocolate
que vayamos a «comernos en los dos o tres días siguientes para disfrutarlo al
máximo». Las «principales amenazas del chocolate son el calor, la humedad y los
olores». Demasiado calor es tan malo como demasiado frío porque, al calentarlo
posteriormente, la humedad hace que se condense. Además la manteca de cacao
absorbe los olores como si fuera una esponja.
Las tabletas de chocolate que no han
sido abiertas se pueden guardar a temperatura ambiente lejos de fuentes de
calor y cambios bruscos de temperatura y la humedad. Así pueden durar hasta un
año las de chocolate negro y seis meses las de chocolate con leche. Los
especialistas de Nestlé recomiendan que se
guarde en bolsa de plástico con cierre de las que se utilizan para congelar y
que, cuando se quiera usar, se saque del plástico «sin quitarle el envoltorio,
y dejar que alcance gradualmente la temperatura ambiente».
Una vez abierto, aconsejan envolverlo
en «papel de aluminio» y, después, «de nuevo en plástico». Otro método es usar
una primera capa de papel de cocina o guardarlo en un recipiente plástico bien
cerrado, lo suficientemente grande como para que circule el aire. El chocolate
relleno no debe almacenarse durante mucho tiempo y lo mejor es comérselo antes
de una semana después de haberlo comprado y, mientras tanto, guardarlo en un
sitio fresco -lo ideal es entre 13 y 15 grados- para que el lácteo no se agrie
ni salga moho.
Los tomates
Los tomates pierden todo su
sabor en la nevera.
El aire frío hace que se frene el proceso de maduración, que es lo que les hace
tan sabrosos. Además también se altera su textura ya que el frío rompe las
membranas en el interior de las paredes de la fruta y la pone harinosa, por lo
que lo más recomendable es poner los tomates en un bol en la encimera, en una
cesta o en un carrito. El tomate no tolera las bajas temperaturas, que hacen
que pierda su aroma, entre otras consecuencias.
Las patatas
Guardar
una patata a baja temperatura hace que el almidón se convierta en azúcares por lo que se convertirá en
una patata dulzona y harinosa. Lo más recomendable es guardarlas en una bolsa
de papel ya que gracias a su porosidad, las patatas tardan más en pudrirse.
Martha Stewart sugiere
guardarlas en un lugar fresco, oscuro y con buena ventilación o en una despensa
«con una temperatura entre 7 y 10 grados». De esta forma, las patatas se pueden
mantener «frescas durante varias semanas».
El café
El
café pierde todo su sabor
dentro de la nevera y, además, cogerá todos los olores del resto de alimentos
que tengamos dentro. Expertos en café insisten en
que el café debe guardarse en sitios frescos y oscuros para que guarde su
aroma, su sabor y su frescura ya que la luz, el aire y el calor son «los
principales enemigos del café».
El pan
El
pan en la nevera se seca y se pone duro
rápidamente. Es preferible guardarlo en una bolsa de tela para evitar
que se ponga duro, como en la bolsa de papel, o correoso como el chicle, en la
bolsa de plástico. Si no se va a
consumir en breve, la mejor opción es cortarlo en rebanadas, envolverlo
en papel de plástico transparente para que conserve la humedad y congelarlo. Al
sacarlo del congelador hay que dejarlo que se descongele del todo antes de
comerlo o tostarlo. El pan de molde sí
se puede guardar en la nevera pero, siempre en su bolsa para que no se seque.
El aguacate
Si
hemos comprado no hay que meterlos en la nevera para «que aguanten
más» sino dejarlo en un lugar fresco y con poca luz porque al meterlo en la
nevera se pondrá completamente negro y duro como una piedra.
La miel
Una
baja actividad de agua, una gran concentración de azúcares (osmolaridad) un PH
entre 3,5 y 4,5 y la presencia de peróxido de hidrógeno (comúnmente conocida
como agua oxigenada) con efectos antimicrobianos y otras sustancias con
propiedades antimicrobianas hacen que la miel no se ponga mala fácilmente mientras esté en un recipiente
bien cerrado por lo que no existe
ninguna razón por la que haya que guardar este alimento en la nevera. Al
guardar la miel en la nevera se cristalizaría.
Aceite de oliva
El
aceite de oliva hay que dejarlo en su envase en un lugar fresco y alejado
de la luz o en envases que lo protejan de la luz pero nunca meterlo en la nevera ya que el frío hace que se condense
rápidamente, se endurezca formando una pasta parecida a la mantequilla
y, por supuesto, se altere su sabor.
Reproducido de ABC
Madrid.
(Reconozco que normalmente
hago todo lo contrario con la mayoría de esos alimentos que no consumo
rápidamente).
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