Historias
de amores
Los amantes de Teruel
Ana Dolores García
La leyenda de los Amantes de Teruel
procede de una antigua tradición de esa ciudad medieval en la región aragonesa
de España. En el año 1555 se descubrieron en la Iglesia de San Pedro de aquella
ciudad los restos entrelazados de un hombre y una mujer que yacían sepultados
en una de sus capillas.
Junto a ellos, y tal como lo atestiguó un notario que
presenció el descubrimiento, se encontraba un documento antiguo en el cual se
relataba la historia de la que habían sido protagonistas.
La leyenda, -o hecho
real-, ha traspasado siglos, y de ella se conocen diferentes versiones
aderezadas más o menos con los detalles conmovedores propios de cualquier historia
romántica.
Estamos a comienzos del siglo XIII.
Diego de Marcilla, (o Juan Diego Martínez de Marcilla, pues el verdadero nombre
se hace borroso con el paso de los siglos), e Isabel de Segura crecen juntos en
el Teruel medieval. Con la pubertad, el compañerismo infantil se torna en amor
apasionado.
Pero Isabel era de familia pudiente y Diego no. Era noble aunque
sin muchas monedas. El padre de Isabel astutamente ofrece al joven un plazo de
cinco años para que aumente sus bienes y pueda así obtener a Isabel en
matrimonio.
Diego parte a buscar fortuna,
prestigio y fama, y regresa a Teruel tras haberlos obtenido. Encuentra la
ciudad engalanada y en fiestas y se entera que el motivo es la boda de Isabel
que acaba de celebrarse, apremiada por la insistencia del padre en que
desposara a un prominente personaje de la ciudad.
El apesadumbrado pretendiente logra
entrevistarse con su amada y ante la ineludible realidad que ya los separa,
sólo le pide un beso de despedida. Ella se niega.
Aunque también lo ama y ha
ido al matrimonio obligada por su familia, no puede cometer ese acto de
infidelidad a su ya esposo. Ofuscado por tal negativa, Diego se desploma y cae
muerto.
Al día siguiente se celebran los
funerales de Diego en la iglesia de San Pedro, la misma donde pocas horas antes
se desposara su amada. Isabel también se presenta. Se acerca al féretro, aparta
el velo de su cara y da al cadáver el beso que había negado al hombre. Los
rostros quedan unidos por tanto tiempo que los asistentes comienzan a murmurar
ante tal desfachatez. Padre y esposo se acercan para separar a Isabel. Lo hacen
fácilmente: está muerta.
Hay quienes afirman que esta leyenda
tiene demasiada similitud con una de las historias del Decameron, pero lo
cierto es que ha sido objeto de más de veinte poemas por parte de escritores
prestigiosos como Tirso de Molina y Juan Eugenio de Harzenbusch.
También Tomás
Bretón compuso una ópera con libreto basado en la obra de Harzenbusch. Además,
el hallazgo de sus restos mortales la atestigua.
Estos restos reposan hoy bajo un
hermoso mausoleo obra del escultor Juan de Ávalos, sufragados por las
donaciones de los enamorados de España, y visitados anualmente por cientos de
curiosos turistas.
Teruel celebra cada año alrededor de
la fecha del 14 de febrero una quincena de fiestas que han llamado "Las
Bodas de Isabel".
A más de representaciones teatrales de esta bella y
trágica historia de amor, los turolenses escenifican torneos de caballeros
medievales y espectáculos de danzas, preparan las comidas de la época y reviven
con sus vestimentas a un Teruel desfasado pero orgulloso de su tradición.
adgarcia©2008-2014
Ilustración: Google
No hay comentarios:
Publicar un comentario