30 de diciembre de 2012

REFLEXIÓN

 
...Él bajó con ellos a Nazaret 
y siguió bajo su autoridad. 
Su madre conservaba todo esto en su corazón. 
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, 
 en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Lucas, 2 41-52 

Por Navidad, Señor,
quisiste aparecer en el seno de un hogar.
Como distintivo, 
no la cantidad sino la unión
Como riqueza, no el dinero,
y sí el ejemplo de José y de María.
Tu felicidad, Señor,
no vino reflejada por la apariencia,
el oro, las perlas o la plata:
fue el amor de tu familia nazarena.

¿Dónde aprendiste 
el nombre de “Abba” “Padre”?
¿Quién te enseñó 
a distinguir entre el bien y el mal?
¿En quiénes descubriste
el don de la fe y el valor de la entrega?
¡En la familia, Señor!
 Naciste, Señor,
 y lo hiciste en una familia;
pobre, pero amorosa 
y rendida a tu causa.
Sencilla, 
pero repleta de lo más importante: Dios.
Temerosa, 
pero valiente en sus decisiones y riesgos
Indiferente para muchos, 
pero única ante los ojos del Señor.

En familia, Señor. 
¡Quisiste nacer en una familia!

Javier Leoz, betania.es

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