recuerda a la diócesis de Matanzas
en su testamento
A lo largo de su obispado en la Arquidiócesis de Miami, monseñor
Agustín Román soñó con volver un día a ejercer el sacerdocio en la diócesis de
Matanzas, en Cuba, donde inició su trabajo pastoral. Murió sin cumplir su
sueño, pero dejó más de $60,000 para la evangelización de los matanceros.
“No es nada sorprendente que Román haya recordado en su testamento a
su iglesia natal”, declaró a El Nuevo Herald el arzobispo Thomas Wenksi. “En
vida, ayudaba a la Iglesia de Cuba. Dejar ese legado a la diócesis es la manera
en que monseñor sigue ayudando a la Iglesia de Cuba desde la gloria”.
Al cumplirse dos meses de su fallecimiento, la arquidiócesis informó
el lunes que Román dejó una cuenta de ahorros a nombre de la Diócesis de
Matanzas y otra a nombre de la Ermita de la Caridad de Miami, su principal
obra. Los fondos para Cuba fueron enviados recientemente a monseñor Manuel
Hilario de Céspedes, obispo de Matanzas. La arquidiócesis no reveló el saldo de
la cuenta de ahorros designada para la Ermita. Wenski, ejecutor del testamento,
dijo que la cifra no se divulgará hasta que el patrimonio sea adjudicado.
“Monseñor Román vivía una vida muy sencilla”, precisó. “No quiero que
piensen que Román era rico como para regalar dinero. Tenía ese dinero porque
vivió como un pobre”. Román falleció de un paro cardíaco la noche del 11 de
abril, cuando salía de la casa parroquial para impartir una clase de catecismo
en el santuario que ayudó a fundar en 1967. Fue uno de los protagonistas de los
principales acontecimientos del exilio y el líder espiritual por excelencia de
los católicos cubanos
El testamento de Román fue redactado en el 2008 por su asesor
jurídico, Rafael Peñalver, tras varios borradores. El documento fue revisado y
ratificado por Román semanas antes de morir. El Nuevo Herald ha solicitado a la
arquidiócesis una copia del testamento. Según Peñalver, fue la última voluntad
de Román que todo su patrimonio se utilizara para continuar su obra
evangelizadora en la Ermita de Miami y en Matanzas. “Monseñor le dio mucho
pensamiento a su testamento”, recordó. “El mismo refleja su devoción a la
Iglesia, su patria y su pueblo”.
Román nació en 1928 en una finca cercana al poblado de San Antonio de
los Baños, bajo la jurisdicción de la Arquidiócesis de La Habana. Su educación
sacerdotal, sin embargo, comenzó en la vecina diócesis de Matanzas, en el
Seminario San Alberto Magno, en Colón, al cuidado de los Padres de Misiones
Extranjeras de Quebec, Canadá.
Por orden de sus superiores, Román terminó sus estudios en el
Seminario de Misiones Extranjeras en Montreal, donde vivió cuatro años. El 5 de
julio de 1959 fue ordenado sacerdote por el obispo de Matanzas, monseñor
Alberto Martín Villaverde, en la parroquia de San José de Colón. Fue
posteriormente ungido como vicario de las comunidades de Coliseo y Lagunillas.
Román pensaba pasar allí toda su vida. Ese sueño se marchitó el 17 de
septiembre de 1961, cuando fue expulsado por las autoridades revolucionarias y
debió partir rumbo a España en un barco junto a 130 sacerdotes y monjas, en un
esfuerzo por extinguir el catolicismo en la isla.
“Es lógico que si Román inició sus estudios y carrera como sacerdote
en la diócesis de Matanzas, siempre la mantuviera presente”, dijo el
historiador y pastor Marcos Antonio Ramos.
En el exilio, su obra pastoral se centró en la Ermita, símbolo de la
fe católica para miamenses de todas las nacionalidades. Dentro del santuario,
reposa una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, traída
clandestinamente hace más de 50 años de la parroquia de Guanabo.
Miguel Núñez, presidente de la Archicofradía de la Ermita, entidad
laica con miles de miembros, dijo que los feligreses aguardan por conocer los
detalles de la herencia a la Ermita, ya que los fondos pudieran ser utilizados
para las obras de ampliación del santuario que se iniciaron con la réplica del
Malecón de La Habana frente a la Bahía de Biscayne.
Agregó que, tras la muerte de Román, un grupo de fieles lanzó una
iniciativa para trasladar sus restos del cementerio Our Lady of Mercy a un
futuro mausoleo en los terrenos de la Ermita. Varias personas han escrito a la
arquidiócesis con la solicitud.
“Queremos que el cuerpo de monseñor descanse aquí porque él siempre
estuvo aquí. Inclusive en sus vacaciones no viajaba”, señaló Núñez. “Será un
aliciente para los cubanos en el exilio para pedirle que interceda por nuestras
peticiones”.
Wenski dijo que habría que esperar al menos un año antes de tomar una
decisión al respecto. “Después de un año voy a considerarlo”, afirmó.
elnuevoherald.com
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