Titanic, cien años de leyenda
El
primero y último viaje
El
Titanic fue el segundo de un trío de transatlánticos
conocidos como "clase Olympic". El 10 de abril de 1912, el Titanic
inició su viaje inaugural partiendo desde Southhampton (Inglaterra)
con destino a Cherburgo, Queenstown, y finalmente a Nueva York. Cuatro días más tarde, a las 23:40 del 14 de abril,
el buque chocó con un iceberg al sur de las costas de Terranova,
y se hundió a las 2:20 de la mañana del 15 de abril.
El siniestro se saldó con la muerte de 1.517 personas, y hasta esa época se
convirtió en el peor desastre marítimo en
tiempo de paz
El Titanic partió hacia Nueva York con 2.227
personas a bordo, y una de las causas del elevado número de víctimas fue que, a
pesar de cumplir con todas las normativas marítimas de la época, el barco sólo
llevaba botes salvavidas para 1.178 personas, y aún así sólo se salvaron 705. Un elevado
número de hombres murió debido al rígido protocolo de salvamento que se siguió
en el proceso de evacuación de la nave, conocido como "mujeres y niños
primero", y al poco tiempo disponible.
El buque inició a su viaje inaugural con el capitán Edward John Smith al mando, quien previamente al viaje expresó que éste iba a ser
su último mando antes de jubilarse, porque deseaba estar más tiempo con su
esposa y su hija.
El trasatlántico
zarpó a las 12:15 p.m., y cuando dejó el muelle su estela hizo que el
buque New York, que estaba atracado en las proximidades, se
acercara peligrosamente rompiendo sus amarras y casi chocando ambos barcos. Este
incidente retrasó una hora la partida.
Después
de atravesar el Canal de la Mancha, el Titanic hizo
escala en Cherburgo (Francia) para
que embarcasen más pasajeros, y al día siguiente hizo escala en Queenstown (Irlanda), donde
embarcaron pasajeros de tercera clase y el correo.
Entre
la primera, segunda y tercera clase, había en total 2.224 pasajeros, quienes
disfrutaron de un hermoso palacio flotante, con lujosos comedores, piscina
interior, bibliotecas, gimnasio, alumbrado a todas horas y baños turcos
El
Titanic tuvo un viaje placentero. Los días transcurrieron sin novedad, pero el 13 de abril
empezaron a llegar los primeros informes de avistamiento de bloques de hielo en
la ruta; al menos una docena de mensajes pudieron ser recibidos antes de que el
telégrafo Marconi fallara por un periodo de 10 horas.
El
clima se enfrió a medida que se acercaban a los grandes bancos de Terranova
y el capitán Smith ordenó alterar un poco el rumbo para pasar más hacia el sur
de los grandes sectores de icebergs.
El
último atardecer del domingo 14 de abril sorprendió al Titanic navegando en
aguas muy tranquilas. Cuando la noche, muy helada, cayó, el buque navegaba en
una zona de aguas quietas sin oleaje, un verdadero espejo líquido negro, lo
cual era un inconveniente para avistar icebergs.
La
tragedia
Poco antes de la medianoche si produjo el impacto. A la 1:30 de la madrugada, la proa
estaba ya sumergida y a la 1:45 el agua alcanzaba la cubierta de botes; se
desató el pánico entre los que quedaban y hubo disparos y confusión.
2 horas y
40 minutos después del impacto con el iceberg, a las 2:20 del lunes 15 de
abril, el Titanic se había hundido. El hundimiento se saldó con 1.500
muertos aproximadamente, muertos por ahogamiento o hipotermia,
(de acuerdo con la investigación del Senado de los EEUU, debido a que el buque, aún cumpliendo con la legislación vigente, no llevaba
botes salvavidas para todo el pasaje y tripulación.
Sólo se embarcaron 711
personas de un total de 1.178 plazas disponibles en los botes, dándosele
preferencia a la primera y segunda clase, mujeres y niños principalmente. El
75% de la tercera clase pereció. Fue uno de los peores desastres marítimos en
tiempos de paz de la historia y sin duda el más famoso.
Se
logró recuperar de las aguas un total de
328 cuerpos, de los cuales 119 fueron devueltos al mar debido a su estado de
descomposición avanzada.
Una
de las más famosas leyendas del Titanic es la relativa a su banda de música. Durante el hundimiento, los
ocho miembros de la banda, dirigidos por Wallace Hartley, se situaron en el salón de primera clase en un intento por hacer
que los pasajeros no perdieran la calma ni la esperanza. Más tarde continuaron
tocando en la parte de popa de la cubierta de botes. La banda no dejó de tocar
incluso cuando ya era seguro que el buque se hundiría, y tocó hasta el último
segundo de vida.
Ninguno
de los integrantes de la banda sobrevivió al naufragio, y desde
entonces ha habido mucha especulación respecto a cuál fue la última melodía que
interpretaron. Algunos testigos dicen que la última canción fue “Nearer, my
God, to The” (Más cerca, oh Dios, de ti). Por otro
lado, existen tres versiones de dicha canción y nadie exactamente ha podido
confirmar cuál de ellas se interpretó, o si realmente fue esa la última. Tal
fue el tema escogido en el filme de 1953
sobre la tragedia, protagonizado por Barbara Stanwyck y Robert Warner, que fuera
el más popular hasta la realización del más reciente en 1997, ganadora de once
premios de la Academia de Hollywood, y de un total de 89 galardones mas 48
nominaciones en festivales cinematográficos alrededor del mundo.
El
cuerpo de Hartley, director de la banda, fue uno de los que se recuperaron y pudieron
ser identificados. Su funeral en Inglaterra contó con la presencia de miles de
personas. A pesar de ser considerado como un héroe en su país, la naviera White Star Line, propietaria del buque, le
cobró a su familia por el coste de la pérdida de su uniforme.
Mito
y realidad sobre la tragedia del Titanic
El
Titanic no era el buque más grande de su época, ya que el Olypmic era de
sus mismas dimensiones, eran gemelos. El Olympic era bastante más sobrio
y conservador que el Titanic en cuanto su alhajamiento, mientras que el
Titanic era más suntuoso. Tampoco era el más veloz, pues era superado por el Mauretania.
Los
botes eran insuficientes. El Titanic carecía de botes para 1.022 personas.
Fue inicialmente proyectado para llevar el doble de botes (34) llevados en
doble corrida, pero fueron retirados por el espacio circulable y en pro de la
estética.
El
naufragio del Titanic no fue el mayor de la Historia. Al contrario de lo que se
suele creer, la mayor tragedia marítima de la historia fue el hundimiento del
trasatlántico alemán Wilhelm Gustloff.
Este
desastre sucedió a finales de la Segunda Guerra Mundial. Cuando el ejército
alemán ya estaba muy cerca de su derrota definitiva, millones de civiles
alemanes viajaban hacia el oeste huyendo del alcance del Ejército Rojo. El 30 de enero de 1945, el "Wilhelm Gustloff" zarpó desde el
puerto de Gdynia (Polonia)
lleno al máximo con más de 10.000 refugiados a bordo. Sin buques de guerra que
lo escoltaran y con tan sólo 12 botes salvavidas, era un blanco fácil para los
submarinos rusos. El 31 de enero un torpedo lanzado por un submarino soviético
S-13 impactó en el barco, que
se hundió en menos de una hora. Buques de guerra alemanes rescataron a 960
supervivientes, muchos de los cuales morirían de frío poco después. Se calcula
que murieron unas 8.800 personas en total, lo que equivale a seis veces más que
en el hundimiento del Titanic.
¿Predicción de la catástrofe?
En 1898,
14 años antes
del naufragio, se publicó "Futility, or the Wreck of tht titan", una novela corta del escritor estounidense Morgan Robertson. El libro narraba la historia del
Titan, un barco que se creía inhundible y cuyos pasajeros eran gente
rica y despreocupada. Lamentablemente para estos, el barco choca en una fría
noche de abril
contra algo parecido a un témpano de hielo. Además de hundirse en el mismo mes
del año que el Titanic, el Titan tiene casi el mismo peso,
longitud y capacidad de pasajeros que éste. Unos creen que se trata de una mera
casualidad, pero otros creen que el autor escribió el libro como una predicción
de lo que sucedería años después.
Lo que cuentan algunos náufragos
Los hombres que se habían apresurado a ocupar los botes salvavidas los abandonaron sin protestar, obedeciendo a los oficiales, que fueron colocando en las lanchas a las mujeres y a los niños. Tres pasajeros italianos que no quisieron obedecer, fueron muertos a tiros por la oficialidad.(…)
El telegrafista
Pocas veces se habrán dado en el mundo pruebas mas admirables de abnegación y de heroísmo que las que se han visto a bordo del Titanic.(…)
¿Y qué decir del telegrafista, de ese hombre admirable y heroico, que sin titubeo, sin una vacilación, sereno y firme, permaneció impasible al pie de su aparato, transmitiendo sin interrupción, uno tras otro, los radiogramas de petición de auxilio?(…) Pudo tal vez salvarse y no se salvó. Quizá creyó en aquel momento que su vida, por ser solo una, bien podía sacrificarse sí con ella salvaba las de los demás.
Relato de un naufrago
Mr. Bride, el segundo telegrafista del Titanic, ha hecho
el relato siguiente en presencia de Marconi, que se halla actualmente en Nueva
York. (…)
«Me sorprendió encontrar al capitán, que nos dijo: “—Hemos chocado con un iceberg.” (…)
»La cubierta estaba llena de gente. No oí reyertas; pero oí decir que las había habido. (…) »El capitán entró en nuestra cámara y nos dijo: “Amigos míos, habéis cumplido perfectamente con vuestro deber. Podéis salir de esta cámara. Ha llegado la hora de que cada hombre cuide de su vida.” Phillips, sin embargo, seguía telegrafiando. (…)
»En popa la orquesta estaba tocando una pieza de moda: Otoño. Phillips
se fue hacia donde estaban los músicos; le perdí de vista. Volví donde había
visto la lancha desmontable. Con ayuda de otros pasajeros la iba a poner a
flote, cuando una ola nos derribó a todos. Respiré libre y me hallé en el agua,
entre cientos de hombres que pugnaban por salvarse. Me alejé nadando lo más de
prisa que podía del buque, que se hundía lentamente, con la popa en lo alto.
(…)
»Estaba transido de frío y me sentía hundir. Vi una barca, y haciendo un esfuerzo traté de acercarme. Me recogieron. Era la lancha desmontable y estaba llena de náufragos.
»A nuestro lado, en todas direcciones, se veían escenas terribles. Había cientos de hombres que nadaban y desaparecían bajo el agua. No podíamos socorrerlos, porque la embarcación estaba muy recargada y parecía que iba a hundirse. Las olas me pasaban por encima de la cabeza.
»Mientras mirábamos a todos lados, buscando la luz de un barco, uno de los náufragos preguntó: “¿No creéis que debemos “rezar”?” El hombre que hizo esta proposición interrogó a los otros cuál era su religión. Uno dijo: católico; otro, metodista; otro, presbiteriano. Se convino en que el Padrenuestro era la oración más apropiada, y lo rezamos a coro. Parecía que el corazón se nos había subido a la garganta.
»Pocos minutos después vimos que se acercaban unas luces; ya no me ocupaba de nada. El Carpathia nos recogió.
»Cuando iba yo a subir por la escala observé que en el fondo de nuestra barca había un hombre muerto. Era Phillips. Debió morir de frío, de fatiga o de asfixia. »A pesar del dolor fortísimo que sentía en las piernas pude subir por la escala.» (…)
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