El testimonio de Juan Moreno
(Literal)
Marlene María Pérez Mateo
Hace varios años, el ya fallecido historiador cubano Dr. Leví Marrero, encontró en el Archivo de Indias en Sevilla el documento que presentamos a continuación y que durante siglos se había considerado perdido.
Hace varios años, el ya fallecido historiador cubano Dr. Leví Marrero, encontró en el Archivo de Indias en Sevilla el documento que presentamos a continuación y que durante siglos se había considerado perdido.
“En el lugar de las Minas de Santiago del Prado, en primero día del mes de abril de 1687, el señor beneficiado Juan Ortiz Montejo de la Cámara, cura rector de la Parroquia de este lugar, Juez Comisario por el señor licenciado Don Roque de Castro Machado, Juez Oficial Provisor, y Vicario General de la ciudad de Santiago de Cuba y su distrito, por su señoría muy Ilustre venerables señores Dean y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de dicha ciudad, a cuyo cargo está el gobierno temporal y espiritual de este obispado, sede vacante, para que conste de la aparición y milagros de la Santísima Virgen María Madre de Dios y Señora Nuestra de la Caridad y Remedios hizo parecer al Capitán Juan Moreno, del cual fue recibido juramento por Dios y una cruz, que hizo según forma de derecho, prometió decir la verdad de lo que supiere y le fuere preguntado. Se le preguntó lo siguiente: Fuéle preguntado cómo se llama, de dónde es natural, qué edad, estado y oficio tiene. Dijo que se llama Juan Moreno, negro esclavo, natural de este dicho lugar, y que es de edad de ochenta y cinco años y casado, y esto corresponde.
Preguntado declare lo que sabe en relación de la aparición de Nuestra Señora de la Caridad y Remedios, dijo que sabe este declarante que siendo de diez años de edad fue por ranchero a la Bahía de Nipe, que es en el vanda del norte de esta Isla de Cuba, en compañía de Rodrigo de Hoyos y de Juan de Hoyos, que los dos eran hermanos e indios naturales, los cuales iban a coger sal y habiendo ranchado en Cayo Francés que está en medio de esta Bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando una mañana la mar en calma salieron de dicho Cayo Francés antes de salir el sol los dos, Juan y Rodrigo de Hoyos, y este declarante. Embarcados en una canoa para la dicha salina y apartándose de dicho Cayo Francés, vi una cosa blanca sobre la espuma del agua, que no distinguieron lo que podría ser, y acercándose más les pareció pájaro. Ya más cerca, dijeron dichos indios parece una niña, y en estos discursos llegados reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima, con un Niño Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos y decían: Yo Soy la Virgen de la Caridad, y siendo sus vestiduras de ropaje se admiraron que no estaban mojadas. Y en esto llenos de gozo y alegría cogiendo sólo tres tercios de sal se vinieron para el Hato de Barajagua donde estaba Miguel Galán, Mayoral de dicho hato y le dijeron lo que pasaba de haber hallado a la Señora de la Caridad; y el dicho mayoral muy contento y sin dilación envió luego a Antonio Angola con la noticia de dicha Señora al Capitán Don Francisco Sánchez de Moya que administraba las minas de dicho lugar, para que dispusiese lo que había de hacerse, y mientras llegaba la noticia pusieron en la casa de vivienda de dicho hato un altar de tablas, y en él a la Virgen Santísima, con luz encendida.
Y con la referida noticia, el dicho capitán, Don Francisco Sánchez de Moya, envió orden al dicho Mayoral Miguel Galán que viese una casa en dicho hato, y que allí pusiese la Santísima Virgen de Nuestra Señora de la Caridad y que siempre la tuviera con luz y para ello le envió una lámpara de Cobre, y se hizo la casa cubriendo de guano, cercada de tablas de palma, y puesta en su altar esta Divina Señora, dicho indio Rodrigo de Hoyos cuidaba de encender la lámpara, yendo de noche a reformar dicha lámpara, no hallaba a esta Divina Señora en su altar, y dando voces dicho Rodrigo de Hoyos al Mayoral y demás personas que venían, hasta veintiuna las personas que estaban en dicho Hato de Barajagua, les decía que la Virgen Santísima no estaba en su altar, y haciendo todas las diligencias, no la hallaban en su casa. Y al otro día por la mañana, volviendo a la casa la hallaron en su altar, los vestidos mojados, y esto sucedió por dos veces de cuyos milagros el Mayoral Miguel Galán dio aviso al Capitán Don Francisco Sánchez de Moya.
El cual luego que tuvo la noticia, dispuso que fuese al dicho Hato de Barajagua, el Padre Bonilla, religioso de San Francisco, y no se acuerda de su nombre; sólo sabe y se acuerda que estaba administrando el curato de este lugar en las Minas del Cobre, y con toda prevención de cura le despachó acompañado de toda la Infantería del Real de dichas minas, y mucha gente de su población, para que trajese a la Virgen Santísima como lo hizo en unas andas en procesión y la pusieron en un altar en la Iglesia Parroquial del lugar donde tenían esta Divina Señora de la Caridad, mientras le hacían una ermita y deseando fuese en parte de su santísimo agrado le encomendaron al Espíritu Santo y para ello le hicieron una fiesta de Misa cantada y sermón, y discurriendo hacer la Santa Ermita encima de una loma que llaman la cantera, se vieron tres luces arriba del terreno de la Mina, en derecho de las fuentes.
Y dichas luces aparecieron y vieron por tres noches continuas con admiración de todos, y luego desaparecían. Y por este milagro eligieron el lugar donde se veían las luces, para la ermita y Santa Casa de la Divina Señora de la Caridad que hoy está en dicho cerro, haciendo muchos milagros con los devotos que le llaman. Y muchos frecuentan esta Santa Casa, que vinieron a novenas, de la Ciudad de Santiago de Cuba que dista 5 leguas, poco más o menos, y de la villa de San Salvador de Bayamo que dista más de treinta leguas.
Preguntado diga los milagros que han llegado a su noticia de los muchos que esta Divina Señora de la Caridad ha hecho con los que invocan su divino favor desde que tiene su santa casa en el dicho Cerro de la Mina hasta el presente, dijo que son muchos los milagros que ha hecho y hace cada día esta Divina Señora; que hoy está en su Santa Casa como dos cuadras más al este de donde se hizo la primera casa sobre dicho cerro de la Mina, la cual se retiró por estar el terreno más capaz, porque en el de la primera casa estaba muy inmediato a la mina y arriesgado, como se vio que estando el hermano Matías de Olivera, que servía a la Virgen de la Caridad, arrimado a una cerca de palos que guarnecía la parte de la Mina a librar del peligro a los que viniesen a la primera casa, se despidió la cerca y cayó dicho hermano Matías de Olivera en dicha mina que es profunda y como sigue con el riesgo de que si alguno cae parece imposible escapar con la vida.
Y al caer estaba una mata de magüey en aquella parte de la Mina, a las voces que daba acudió la gente del lugar, y le vieron asido a una penca de magüey, y de la dicha mata, estaba llamando a la Virgen Santísima de la Caridad y le sacaron echándole unas sogas de que se agarró y sólo por la providencia de esta Divina Señora pudo mantenerse en dicha penca de magüey siendo tan pequeña y dicho Matías de Olivera hombre corpulento, el cual dando muchas gracias a Nuestra Señora de la Caridad decía que así que se despidió la cerca, llamó a esta Divina Señora, y se halló en el aire mantenido en dicha penca de magüey.
Y supo por haberlo oído decir a dicho hermano Matías de Olivera y a otras muchas personas, que habiendo faltado la manteca para la lámpara, que sólo había la que estaba en dicha lámpara que era muy poca, yendo dicho hermano a reconocer dicha lámpara la halló llena de aceite, y se vio que duró dicho aceite dos días continuos hasta que vino manteca que se estaba aguardando de fuera del lugar.
Y oyó decir por muy cierto y notorio en todo este lugar, que por dos veces halló el hermano Matías de Olivera a esta Divina Señora de la Caridad no estar en su altar izquierdo, venía la hallaba todos los vestidos mojados, y oían los que estaban en el trabajo de la Mina que dicho Hermano decía: ¿De dónde venís Señora? ¿Cómo me dejáis aquí solo? ¿Por qué ensuciáis los vestidos si sabéis que no tenéis otros, ni dineros con qué comprarlos? ¿Cómo los traéis mojados? ¿De adónde venís mojada? Y que esto fue tan patente que se repartieron los vestidos en reliquias y en una ocasión fue tan grande la seca que hubo que se secó el río que pasa por medio de este lugar, y la fuente que nunca se seca se secó aquella vez, y pasaron mucho trabajo, yendo más de tres cuartos de legua a buscar el agua se dispuso hacer una rogativa a la Madre de Dios de la Caridad bajándola de su Santa Casa a la Iglesia Parroquial de este lugar y sacando a esta Divina Señora de su Santa Casa que habría caminado como dos leguas se levantó un gran viento y comenzó a llover tanto que volvieron a la Santa Casa y pusieron en su altar a la Virgen Santísima , y en un instante creció el río y cesó la seca.
Siendo los milagros que esta Divina Señora hace muchos, siendo la manteca de su lámpara general remedio para todas las dolencias, y que por muerte del Hermano Matías de Olivera, de allí a algunos días entró el hermano Melchor de los Remedios, el cual invocaba a la Virgen Santísima Señora Nuestra de la Caridad y Remedios, y así le llamarían en todas sus necesidades y en su Santísimo Rosario que rezan todas las tardes en su Santa Casa, le invocan Virgen Santísima, María Madre de Dios y Señora de la Caridad y Remedios todo lo cual es la verdad, y así lo afirma como cristiano.
Leyéndose de "verbo ad verbum" esta su declaración, dijo estar bien escrita, y se ratificó. No firmó porque dijo no saber escribir. Fírmalo su ministro de que doy fe. El Beneficiado Juan Ortiz Montejo de la Cámara. Ante mí Antonio González de Víllarroel, Notario Mayor Público.
* Este documento, perdido durante siglos, ha sido encontrado por el historiador cubano, Dr. Leví Marrero, en el Archivo de Indias, en Sevilla, bajo la signatura siguiente, “ Audiencia de Santo Domingo, Legado 363 ”
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