Un divorcio no muy barato:
cien mil euros por día
A.
Lorenzo.
La Razón, Madrid.
Han pasado cinco años desde que salieron a la luz
las noches de «bunga, bunga» y los videos de jovencitas ligeras de ropa que se
dirigían a Silvio Berlusconi llamándole «papi». Fue entonces cuando su mujer,
Verónica Lario, decidió poner fin a 30 años de matrimonio con «esa basura
impúdica», tal y como calificó al ex presidente italiano, y le pidió el
divorcio. Tres años después, una partida que prometía ser compleja ha quedado
en tablas.
Ayer, ambas partes consiguieron llegar a un acuerdo en el que las
dimensiones económicas sobrepasan el límite de la realidad: Berlusconi tendrá
que abonar una pensión de 100.000 euros diarios a su ex mujer –tres millones al
mes, 36 millones cada año–. A cambio, ella renunciará a la mansión de Macherio
valorada en 78 millones de euros,a la que precisamente tenía especial cariño
por ser el lugar donde ha criado a sus tres hijos.
En el top ten de los más ricos
Durante los últimos años, la riquza de «Il
Cavaliere» ha caído en picado. Si entre 2004 y 2007 encabezaba el ranking de
los más ricos en Italia, ahora se ha quedado en una «discreta» sexta posición.
Su fortuna está valorada en casi cuatro billones y medio de euros, situación lo
suficientemente holgada para haber permitido a su familia –y a él mismo– un
ritmo de vida vertiginoso.
Precisamente, es en este aspecto en el que se ha
refugiado la defensa de su ex: la normativa italiana establece que el cónyuge
ha de mantener una vida similar a la que disfrutó mientras vivían juntos. Así,
ella llegó a exigir en un principio 3,5 millones de euros al mes y parte de sus
propiedades, mientras que Berlusconi ofreció un máximo de 300.000 euros
mensuales.
Paralelo al juicio de divorcio, Berlusconi ha
tenido que hacer frente a otros tantos relacionados con temas más escabrosos.
Incluso fue víctima de las filtraciones de Wikileaks, en las que se aseguraba
que la embajada americana en Roma había alertado del gusto por la vida nocturna
del entonces primer ministro, salidas que le estaban pasando factura a su
salud.
En 2011 fue acusado de prostitución infantil y abuso de poder en
relación a las fiestas que organizaba en su mansión de Milán. Esta fue otra de
las razones que utilizó su mujer para solicitarle el divorcio ante el escándalo
público. «No puedo convivir con un hombre que frecuenta a menores», aseguró
después de la polémica.
Rompía así con meses de incertidumbre y especulaciones
de la Prensa italiana sobre si, ante la presión pública, iba a permanecer con
su esposo. Mientras, manteniéndose en la línea de echar balones fuera,
Berlusconi se justificaba al asegurar que «es mejor que te gusten chicas
bonitas que ser gay».
Ahora, la pregunta es si, tras este acuerdo millonario,
el enfado de Lario se habrá subsanado y dejará de demandar una disculpa pública
por parte de su ex por « haber herido su dignidad como mujer».