22 de agosto de 2010


Lo que sigue es una nota encontrada
en el bolsillo de un soldado norteamericano
muerto en la II Guerra Mundial,
en el Norte de África:


Escúchame, Dios mío, jamás te había hablado. Me dijeron que no existías y yo les creía. El otro día, desde el fondo de un hoyo de obús, vi tu cielo. Y de repente me di cuenta que me habían engañado. Me pregunto, Dios, su tú te dignarías estrecharme la mano y creo que me vas a comprender… Qué extraño que haya necesitado llegar a este lugar infernal para poder ver tu rostro. Te quiero y quiero que lo sepas. Va a empezar un horrible combate. Es posible que llegue a ti esta misma tarde. No habíamos sido amigos hasta ahora. ¿Me esperarás a la puerta?
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