Las dos cruces emblemáticas de Asturias.

-La Cruz de los Ángeles-

-La Cruz de los Ángeles es una reliquia donada por el rey Alfonso II, El Casto, en el año 808 a la Iglesia de San Salvador de Oviedo, en España. Posee unas dimensiones originales de 46.5 centímetros de alto y 45.7 de ancho, dimensiones casi idénticas y propias de las cruces griegas.

Según una leyenda recogida en el siglo XI, la cruz la fabricaron dos ángeles con aspecto de peregrinos que se encerraron para construirla.

Tras unos días trabajando en ella, Alfonso II seimpacientó temiendo que en realidad fueran ladrones. Al llegar al taller, cuya puerta estaba cerrada, observó un brillo que se filtraba a través de ella. Una vez abierta vio allí la cruz resplandeciente y los ropajes de los peregrinos, por lo que pensó que habían sido dos ángeles los que la habían fabricado. De esta leyenda proviene el nombre de “Cruz de los Ángeles” con el que desde entonces se le conoce.

Al margen de la leyenda, la realización de esta cruz es atribuida a orfebres bizantinos que llegaron hasta Oviedo huyendo de la corriente iconoclasta de Bizancio mantenia por los musulmanes, cada vez más numerosos en el Imperio bizantino.

Su interior está formado por un «alma» de madera, de la que sólo se posee una fotografía realizada en 1942, durante su restauración debido a los conflictos bélicos que afectaron a la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo. Posteriormente, en agosto de 1977 la cruz fue robada junto a la Cruz de la Victoria y la Caja de las Ágatas. Todas las reliquias sufrieron graves destrozos aunque luego lograron ser recuperadas y restauradas.

La cruz de madera está forrada por un paño de oro. Su frente está decorado por una filigrana de oro y en el reverso destaca el medallón central y una inscripción. La pedrería está formada por piedras semipreciosas, granate, cristal de roca, ágata, etc.

La Cruz de los Ángeles se convirtió en el símbolo de la ciudad de Oviedo alrededor del siglo XV, aunque se dice que incluso antes, en 1262, ya era usada como sello de la ciudad. Así se refleja en un grabado situado en la vieja muralla de la ciudad donde aparece con las letras griegas alfa y omega colgando de sus brazos, como señal de consagración de los muros, al igual que se hacía con las iglesias.

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