La vida de los otros:
así es la existencia
del 1% mas rico
del socialismo cubano
La modelo
Gisele Bundchen posa en el Paseo del Prado
Ignacio Isla, La Habana
El Confidencial, Madrid.
Dicen
los que le conocen que Antonio
Castro tiene dos grandes pasiones: las mujeres bellas y el
deporte. De las primeras disfruta con generosidad, aupado por sus
propios atractivos y una carta de presentación que abre muchas puertas, ser hijo de Fidel Castro. Gracias a ese último detalle, su cuenta
bancaria goza siempre de abultados saldos, que le permiten ir de vacaciones a
lugares tan caros como exóticos, inalcanzables o incluso desconocidos para la mayoría de los cubanos.
Hace cerca de un
año, Tony Castro ganó notoriedad a causa de un viaje en yate a través del Mar Egeo. Se alojó en varios de los complejos hoteleros más exclusivos de
las islas griegas y el litoral turco, acompañado por un séquito que
habitualmente ocupaba media docena de suites de cada instalación. En casi
todas, el coste por noche supera los 1.000 euros.
El idílico recorrido tuvo un
único inconveniente. En la ciudad turca de Bodrum, varios fotógrafos de
celebridades cometieron el 'pecado' de intentar inmortalizar la cena que Tony
ofrecía a unos conocidos. La osadía les valió la agresión física de los guardaespaldas que protegían al personaje, quienes
además también intentaron quitarles las cámaras. El asunto pudo haber llegado a
mayores, pero como corresponde a temas tan singulares, rápidamente las
autoridades de Ankara archivaron la denuncia presentada por los reporteros y
todo quedó ahí.
Solo tres meses antes, el
presidente Recep Tayyip Erdogan había desarrollado una 'exitosa
visita' a La Habana, durante la cual firmó varios acuerdos comerciales y obtuvo de su homólogo, Raúl Castro, la autorización para
construir una mezquita. En suma, no era el mejor momento para estar levantando
tempestades por un desencuentro menor.
Las
grandes familias del país y la ley del silencio
Por aquellos días, el
Gobierno cubano se abstuvo de emitir comunicado alguno. Ante sucesos que
impliquen a miembros de las principales
familias del país, la norma no escrita prescribe que ningún funcionario,
institución o medio de prensa se dé por enterado. Incluso la metafórica alusión
publicada en el periódico 'Tribuna de La Habana' no fue más allá de una
críptica recriminación, cuyo significado escapó a los que no contaran con acceso a internet. Casi el 80% de la población, cabe señalar.
Tony Castro es un apasionado
del golf, deporte en el que ha conquistado varios trofeos. Lo más peculiar es
que en todo el archipiélago funcionan menos de una decena de campos que están
vedados a sus conciudadanosDe Tony Castro, el cubano común solo conoce su otra
faceta, la de 'sportman'. Su nombre saltó a los titulares el día en que se
convirtió en médico-jefe del equipo nacional de béisbol (algo así como la Roja para España).
Con su designación, el humor criollo ganó un personaje de altura. Así, se
hicieron comunes los chistes en torno al 'muchacho' y su posible papel
dentro de la escuadra, que parecía dirigir tanto o más que los propios
directores designados. “Es que él tiene el celular por el que Fidel dice lo que
se debe hacer en todo momento. Recuerden
que también la pelota es una batalla contra el Imperio", concluía una de
aquellas historias jocosas.
Su labor sanitaria marcó el
primer paso de una carrera ascendente que más tarde ha transitado por la
presidencia de la federación cubana de la disciplina y la vicepresidencia de la
Confederación Mundial de Béisbol y Softbol, esta última responsabilidad gracias
-en primer lugar- a las generosas
donaciones del Gobierno que preside su tío. Además, como para no escapar
a los lugares comunes, Tony Castro es
un apasionado del golf, deporte en el que ha conquistado varios trofeos,
incluido el que virtualmente lo califica como campeón nacional. Lo más peculiar
es que en todo el archipiélago funcionan menos de una decena de campos y están vedados a sus conciudadanos.
El
mundo de "los iluminados"
Juan Padrón, el creador de
dibujos animados más emblemático de Cuba, los ha llamado “los iluminados”. Para
él, son esos seres investidos de toda la razón, que desde las más altas
responsabilidades del Estado y el aparato político tienen en sus manos las decisiones
trascendentales. Parecen ser inmunes al error y a las tentaciones que se
derivan del poder. El título se
transmite a sus descendientes, que desde su más
corta edad disfrutan de una existencia singular y terminan formando
sus respectivas familias con personas de la misma clase social.
“Para empezar, no son gente
como tú o como yo. La mayoría solo ha oído hablart del Pdo Especial por referencias, pero
nunca vivió con cuatro o cinco horas de
electricidad al día ni tuvo que viajar en camiones para transportar ganado debido a los problemas
del transporte”, cuenta a El Confidencial Israel (nombre ficticio), un
treintañero que alguna vez pretendió convertirse en oficial de las omnipotentes
Fuerzas Armadas Revolucionarias. Con ese empeño ingresó en el Instituto Técnico
Militar José Martí, el más importante de su tipo en la isla.
“Allí abrí los ojos. No hablo de los privilegios que les otorgaban a los hijos de los generales o de
cómo nos mandaban a trabajar como peones en las casas de algunos jefes. Hablo
de la doble moral. Recuerdo la ocasión en que degradaron a uno de los oficiales
que nos atendía por haberse encontrado con dos hermanos residentes en los Estados Unidos y que estaban de visita.
Según lo establecido, había violado una norma que limita el contacto entre los
militares y las personas llegadas desde el exterior, mucho más si se trata de
comunitarios [cubanos radicados en Florida]. El problema estuvo en que unas
cuantas semanas más tarde me enteré de que los propios Fidel y Raúl tienen varios hijos casados con extranjeros, y más
aún, que no son los únicos. Fue entonces cuando me pregunté: ¿qué hacen
ellos en esa situación, se van de la casa, evitan recibir a los nietos? Ya te
jode”.
No resulta fácil traspasar
los límites impuestos por la élite
para defender su pedazo de país. El
primer obstáculo es de carácter territorial. Aunque a la hora de pensar
en La Habana siempre saltan a la retina las imágenes de su zona más antigua o
de las incontables torres de apartamentos del Vedado, en realidad la capital de
'los más' solo comienza cuando se cruza el río Almendares y se transita
-siempre hacia el oeste- por la quinta
avenida del reparto Miramar.
Las mansiones construidas por la burguesía antes de 1959 son hoy las
residencias de los "winners" del socialismo cubano. Su mundo se extiende
por casi 15 kilómetros cuadrados, divididos en cuatro urbanizaciones
fundamentales: la ya mencionada Miramar (donde se ubica el grueso de las
embajadas) y las tres que acogen a
lo más selecto de la nomenklatura y sus colaboradores inmediatos, Atabey, Siboney y Cubanacán.
En un punto aledaño a las dos últimas está Jaimanitas, una pequeña barriada
cuyo único mérito remarcable es ser la sede de Punto Cero, la casa de Fidel
Castro.
Su vida difiere de la del
común en todos los aspectos, empezando por el lugar de residencia, continuando
por las escuelas y los hospitales a los que acuden, y terminando por los
espacios en que se divierten“Hablamos de zonas exclusivas para compradores exclusivos”, se enorgullece Juan
Carlos Horta, un corredor de bienes raíces especializado en inmuebles de alto
valor, destinados sobre todo a nuevos ricos, a nacionales que pretenden
repatriarse y a empresarios extranjeros. “Se trata de un mercado de mucha
vitalidad: las propiedades que hoy se cotizan en torno al medio millón de dólares en un par de años
deberán estar duplicando ese valor o incluso más”, dice a El
Confidencial.
En su caso, no parece
tratarse de una exageración. Si bien en algunos puntos el acceso se restringe o
hasta llega a ser completamente prohibido debido a razones de seguridad, un
breve recorrido por Cubanacán
pone de manifiesto que allí el dinero no es un visitante ocasional. Además de los
propios inmuebles y su estado de conservación, una muestra evidente es la
abundancia de coches de buenas marcas y años recientes (en Cuba, tener coche propio sigue siendo un lujo impensable
para la mayoría de las familias).
Alexei, un proveedor de
frutas y otros productos agrícolas que regularmente visita el reparto, sabe que
de puertas adentro el lujo es aún
mayor. Cada principio de semana se traslada con una vieja camioneta Ford
desde la finca familiar, en las afueras de la ciudad, para abastecer a sus
clientes. “En realidad, son compradores de mi padre, que los ha abastecido
desde siempre con alimentos orgánicos y
de primera calidad. Yo voy lo mismo a rentas para extranjeros que a
casas de gerentes y dueños de negocios particulares. Aquí no hay pobres, y las
pocas casas que quedan más 'malitas' ya las están vendiendo o reparando.
¡Cuando te digo que en algunos lugares me he topado hasta con 'jacuzzis' y parqueos para cuatro o cinco
coches!”, cuenta a El Confidencial.
Durante años, la élite del oeste de La Habana nutrió
sus filas con dirigentes del Gobierno y
el Partido Comunista y algunos integrantes de la vieja burguesía republicana -sobre todo
profesionales- que encontraron acomodo dentro de las instituciones del
nuevo poder. Tras las reformas económicas de los años noventa y las del último
lustro, el grupo ha crecido con las incorporaciones de nuevos ricos, aupados por sus negocios privados y los vínculos con
compañías mixtas.
Su vida difiere de la del
común en todos los aspectos, empezando por el lugar de residencia, continuando
por las escuelas y los hospitales a los que acuden, y terminando por los
espacios en que van de vacaciones o se divierten. Es una farándula que “se
codea con artistas y gente de la televisión: es difícil ver allí algún político, pero sus hijos quizá no falten.
Entre todos ellos hay personas decentes y mesuradas, así como muchos otros con
todos los defectos que la conciencia de clase elitista puede provocar. Como
esto es un fenómeno mayormente nocturno y ubicado en barrios a los que se llega
en auto, no está al alcance de todos”, cuenta el bloguero Harold Cárdenas Lema.
En la calle, la gente lo
asume desde la jocosidad característica del cubano, que puede convertir en
burla hasta los asuntos más espinosos. El mejor ejemplo lo brindó por mucho
tiempo el programa cómico 'Vivir del cuento', el más popular de la televisión
nacional. Allí ganó notoriedad un personaje llamado el gerente, que aunque nunca apareció en pantalla, se mantenía
como una referencia constante debido a
su ostentoso modo de vida, que incluía viajes de paseo al exterior y
otros lujos que solventaba con su discreto salario de funcionario público.
Sin embargo, el tema está
lejos de quedar en el campo de lo intrascendente y gana notoriedad a medida que se profundizan las desigualdades
en el contexto nacional.
“El pueblo de Cuba quiere saber qué comen nuestros políticos (…) saber si van a
comprar las frazadas de piso rebajadas hasta fin de mes (…) si extrañan a sus
seres queridos que se han ido del país porque no pudieron ser convencidos, como
nosotros, de las bondades del socialismo. Y si creen que nada de esto nos importa o no nos debe importar
porque es la vida privada de los políticos, les digo que no estamos de acuerdo.
Que nuestras vidas las hemos empeñado a este proyecto de sociedad diferente y
queremos estar seguros de que nuestros dirigentes la viven como nosotros”,
reclamaba hace un par de meses el profesor universitario Julio Antonio
Fernández Estrada, en un artículo que tuvo amplia repercusión en la prensa
alternativa pero fue ignorado olímpicamente por los medios oficiales y las
instancias del poder.
Según dicen algunos mal
pensados, en los repartos de la neoburguesía
cubana muchos miran más hacia afuera que hacia dentro de la isla. Justo como hacían los millonarios que
en enero de 1959 vieron derrumbarse su mundo.
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