Ambrosio, el de la carabina |
Marlene María Pérez Mateo
La literatura sapiencial saturada de
historias, mitos, personajes y sobretodo gran saber es parte de todo pueblo. En
el saber popular se crece: “Vox populus, vox Deus”. Es esta sencilla, pero para
mi entrañable reseña, un viaje por su
razón y origen en la patria cubana, y en las muchas patrias que a ella dieron
origen. “La sabiduría viene llamando por las calles y levanta su voz en las
plazas”, nos recuerda un versículo bíblico (Pro 1, 20). Así sea.
II
La carabina de Ambrosio
Ambrosio era un muy bien intencionado
labrador sevillano de finales del siglo XIX a quien las cosas de la agricultura
no le iban muy bien. Tomó entonces la nada respetable decisión de convertirse
en bandido asaltante de caminos. Para tan poco loable empeño, el cándido de
Ambrosio disponía de una carabina en nada de buenas condiciones; no tenía
pólvora ni disparaba. Como lógica consecuencia el novel delincuente era objeto
de burlas, bromas y changas de todo tipo. Por
lo que podemos suponer su vida de delincuencia careció de éxito y duró
poco. Regresó a su antiguo oficio donde discurrió su vida sin penas ni glorias.
La descripción de estos hechos aparecieron de manera anónima hacia 1900, aunque
en 1791 se ha encontrado una referencia que reza: ”.. importa lo mismo que la
carabina de Ambrosio”
Pérez
Galdós y Gustavo Adolfo Bécquer le mencionaron en sus obras.
Su significado es para ejemplificar la
inutilidad, lo en desuso, lo invalido y poco valorable.
Seríe: “Del dicho al hecho no va mucho trecho”
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