EL GRITO DE
BAIRE
Aquel que cuidaba
del guerrero con ternura de padre abnegado, el mismo que desde tierras lejanas
dirigía con amor los pasos del combatiente isleño, el mismo que castigó a la
traición con dureza pero sin odios, el que tocó puertos y atravesó montañas
uniendo a valientes, el fundador del Partido Revolucionario Cubano en el
exilio, del que pudo ser presidente y humildemente aceptó solamente el cargo de
delegado, el que con su carisma puso a todos los grandes cubanos a pensar hacia
el mísmo rumbo, el que redactó el Manifiesto de Montecristi con el
concurso del Generalísimo Máximo Gómez y el apoyo del Comandante Collazo, José
Maria Rodriguez y otros.
El mísmo José
Martí que alertó al oido de los héroes de ayer con la mísma voz que a los
pinos nuevos, el 24 de Febrero de 1895, después de haber hecho llegar un
cubanísimo puro a las patrióticas manos de su corresponsal, amigo y compatriota
Juan Gualberto Gómez para que sacara del interior del aromático tabaco la
histórica y gloriosa orden del alzamiento en la señalada fecha al grito de
¡Cuba Libre!, partió para la guerra con Bartolomé Masó, Guillermo Moncada, Rafael
Portuondo Tamayo, Quintín Bandera, Victoriano Garzón y otros tantos que no me
alcanza el espacio.
Mientras en Baire, Mariano y Saturnino Lora lanzaban el grito
de rebeldía y así se ponía en marcha la obra del más grande de todos los
cubanos. Ya podía morir como le había dicho a Nicolás Heredia y a Rubén Dario.
Queria morir pronto a la vida física para vivir siempre en la vida
histórica.
Reproducido de
http://www.amigospais-guaracabuya.org
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