Mi alegría eres Tú, señor,
Vienes en silencio, y tus pasos, Señor,
producen en mí, calma, seguridad y paz.
Necesito, Señor, un poco de tu mundo:
De tu gozo, para mi corazón triste,
de tu alegría, para mi alma esquiva
de tu mano, en mis caminos inciertos.
Ven, Señor,
y hazme recuperar la alegría perdida,
el gusto por vivir, despertando cada
mañana
a la esperanza en tanta hora triste.
Haz que mis ojos brillen
con el resplandor de la felicidad,
con el encanto de la fe,
con la virtud de la caridad.
Mi alegría eres Tú, Señor,
porque vienes y te sientas a mi lado,
porque compartes mi condición humana
sabiendo lo frío, que tantas
veces
se encuentran mi corazón y mi pensamiento.
Mi alegría eres Tú, Señor.
Por eso te doy gracias y bendigo tu nombre.
Espero tu llegada y preparo mi interior.
Anhelo la Noche Santa de la Navidad
y afino las cuerdas de mi alma
con la verdad, la espera, el silencio,
la humildad o la vigilancia.
Sólo sé, mi Señor, que mi alegría
con tu llegada y por tu Nacimiento
eres Tú, Señor.
Javier
Leoz, betania.es
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