Ávila,
el Real Monasterio de Santo
Tomás
Don Hernán Núñez Arnalte,
tesorero y secretario de los Reyes Católicos, es el fundador de la parte más
antigua del monasterio. Falleció antes de empezar su proyecto, y dejó un
testamento en el cual pidió a Fr. Torquemada y a Doña María Dávila que
continuaran su trabajo, construyendo un convento dedicado a Santo Tomás de
Aquino, de la orden de Santo Domingo.
La edificación comenzó el 11
de abril de 1482 bajo la dirección de Martín de Solórzano. Se construyó el claustro
del noviciado que por si solo ya podía constituir un convento.
Es fácil
imaginarse que el proyecto de construir un convento con una iglesia costaba
mucho dinero, y que el millón y medio de maravedíes que poseían Fr. Tomás de
Torquemada y Doña María Dávila no era suficiente.
Entonces, los Reyes
Católicos intervinieron para la edificación de la iglesia sobre todo en la
capilla mayor, lugar destinado para el sepulcro del Príncipe Don Juan. Los
Reyes participaron también en la construcción de los otros dos magníficos claustros:
el del Noviciado y el del Silencio. El
tercero, el de los Reyes, cuyo destino fue servir de Palacio de Verano para la
corte, alberga hoy un Museo de Arte Oriental de una gran riqueza.
Estos tres claustros con los
que cuenta el Real Monasterio de Santo Tomás lo hacen único, al igual que el
retablo del altar mayor de la iglesia realizado por Pedro Berruguete, que es la obra más importante de la iglesia del Real Monasterio de Santo Tomás, conjuntamente con el sepulcro del Infante Don Juan, hijo de los Reyes Católicos.
La nave principal de la iglesia es una joya del gótico flamígero. El crucero,
delimitado por cuatro columnas, semejando ramas de palmera, forma un joyero
para el sepulcro del Infante Don Juan. En las ocho capillas podemos encontrar
esculturas como el sepulcro de los Ávila o el grupo que representa a Domingo de
Guzmán y Francisco de Asís.
Destaca también la Capilla del Cristo de las
Angustias o de la Agonía, donde se conserva el confesionario que utilizaba
Santa Teresa, y donde ella tuvo una visión el 15 de agosto de 1561, en la que la Virgen y San José la vestían con
un manto azul y un collar, tema del retablo mayor de la iglesia de La Santa,
también en Ávila
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