18 de octubre de 2014

Entre libros de caballería

Entre libros de caballeria

Había sido su propio padre, sin embargo, el que primero la llevó a un convento. A los 13 años Teresa se había quedado huérfana de esa madre con quien compartía confidencias, devociones y su gusto por la lectura. De las vidas de santos, había pasado a los libros de caballerías y de en ellos aprendió a galantear con sus primos. «Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta», recordaba la propia santa. Su padre, preocupado, decidió entonces internarla en el convento de las Agustinas de Gracia de Ávila, donde se educaban doncellas nobles.

Una grave enfermedad le obligaría a salir del convento. Nada se sabe de esta dolencia a la que la santa solo se refirió con la frase «Dióme una gran enfermedad, que hube de tornar en casa de mi padre». Durante su convalecencia, su tío don Pedro de Cepeda le dio a leer las Epístolas de San Jerónimo que le harían decidirse por tomar los votos y entrar en las carmelitas.

Esta serie se enriquece con los dibujos de Nancy Olaya Monsalve

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