20
años del “Maleconazo”
Iliana
LaVastida, Diario Las Américas
Iván Camejo Picón tenía 22 años el 5 de agosto de 1994 cuando el Malecón habanero se convirtió en un hervidero de gente que de repente perdió el miedo. Vivía en Guanabacoa, pero los días de descanso los pasaba en casa de una amiga en la calle Industria. Por eso la revuelta que pasó a la historia como el Maleconazo lo sorprendió en los alrededores de la avenida que bordea el litoral habanero.
“Desde el 4 de agosto comenzó el rumor
de que un barco griego anclado en la bahía de la Habana, recogería gente para
sacarla de Cuba. Por eso muchos se acercaron al Malecón”, recordó Camejo en
entrevista con Diario Las Américas. “La
Policía trató de dispersarlos, pero al día siguiente la cantidad creció, los
oficiales se dieron cuenta de que no podían contener al grupo, comenzaron a
atacar a la gente y ahí rompió la protesta”.
“Se ha dicho que cuando Fidel Castro
apareció allí, los mismos que estaban gritando ¡Libertad!, comenzaron a
aplaudirlo y eso no es cierto”, aseguró. “Lo que pasa es que él llegó rodeado de
su aparato de seguridad y habían infiltrado entre los manifestantes a
trabajadores de la construcción [integrantes del contingente Blas Roca] que
dieron golpes y rompieron vidrieras. Pero era fácil diferenciarlos porque
estaban vestidos y llevaban gorras puestas. Los que se lanzaron a protestar
andaban en short y camisetas e incluso muchos iban descalzos”.
A la vuelta de 20 años Camejo rememora
la fecha que cambió su vida para siempre “con una mezcla de sentimientos
encontrados”. “Porque yo fui uno de los que tomó la decisión de lanzarse al mar
en una balsa hecha con gomas de tractor y un tanque metálico de 55 galones y
sobreviví. Pero además de los 32.000 que llegaron a la base de Guantánamo, al
menos 15.000 perdieron la vida ahogados en el mar o comidos por los tiburones”,
apuntó.
El entrevistado, residente de Miami,
que nunca más ha vuelto a Cuba y está estrechamente vinculado a la disidencia
interna de la isla, asegura que además de la cifra oficial informada [37.000
personas que emigraron a través de ese éxodo], “hay que recordar que en el
censo realizado después de 1994, a la población cubana le faltaban 50.000
personas”.
“Aunque se ha dicho que murieron
ahogados unos 15.000, a cada uno de los que llegamos con vida a la base se nos
murió un amigo o un familiar en el intento”. “La balsa en lo que yo viajaba por
ejemplo, rescató a un muchacho que en la travesía perdió a toda su familia.
Durante los 4 días que estuvimos en el mar, hasta que nos rescató el buque
madre, vimos muchas personas ahogadas, hasta la mitad de un cuerpo. El barco
estadounidense que rescataba a los náufragos, según los iba recogiendo, hundía
las balsas, las embarcaciones de fabricación cacera en el mar, parecían
automóviles en una autopista”.
Aunque desde el propio 5 de agosto en
un discurso improvisado en los sucesos del Malecón, Fidel Castro anticipó que
“no le seguiría cuidando las fronteras al imperialismo”, e inmediatamente
después los cubanos comenzaron a lanzarse al mar, el llamado éxodo de los
balseros de 1994 no fue autorizado por el Gobierno cubano hasta el 12 agosto
después del intento de secuestro a de un tanquero.
El 19 de agosto, el entonces
presidente Bill Clinton anuncia que los balseros rescatados en el mar serían
enviados a la base naval de Guantánamo en el oriente de Cuba. El 9 de
septiembre ambos países firman un acuerdo migratorio a través del cual EEUU
otorgaría cada año 20.000 visas a cubanos.
El 13 de septiembre de 1994 Fidel
Castro levante el permiso a las salidas ilegales. El 2 de mayo se añaden
medidas al acuerdo migratorio que establecen la repatriación de todos los
viajeros interceptados en el mar. A partir de ese acuerdo, en mayo de 1995, la
fiscal general de EEUU, Janet Reno anunció que los cubanos refugiados en la
base que no tuvieran antecedentes penales serían recibidos en territorio
estadounidense. A finales de enero de 1996 con la salida de los últimos cubanos
de Guantánamo, se cerró una de las más grandes crisis migratorias vividas bajo
el régimen de Fidel Castro.
20 años después
Para Iván Camejo Picón, cada
aniversario de la aventura que le abrió el camino a ser una persona libre,
además del sentimiento de gratitud hacia EEUU también conlleva una profunda
“sensación de tristeza”. “Porque me separé de mi familia, mi madre, mi abuela,
mis hijos. Por los 15.000 que se ahogaron. Porque no nos quedó otra opción de
irnos y perderlo todo. Me hubiera gustado criar a mis hijos, nos fuimos porque
prácticamente nos botaron de nuestro país”.
Reproducido
del Diario Las Américas, Miami.
Lolita, todo muy informativo, se aprende muchisimo. Gracias.
ResponderEliminarMaritza