25 de enero de 2014

SUEÑOS MOTORIZADOS

 
Sueños motorizados
 
Cada año que empezamos
en mi casa se concilia
entre toda la familia
a ver qué cosa compramos.
De esa manera alcanzamos
a cumplir mas de una meta:
se compró la bicicleta,
el microway, la nevera
y hasta a la pared, por fuera,
se le reparó una grieta.

Este enero la alborada
llegó con muchos empeños
y nos planteamos los sueños 
para la nueva jornada.
Mi mujer, entusiasmada,
soltó un reto bien bajito:
-si entre todos, un poquito
nos apoyamos y ahorramos,
este año nos compramos
(para pasear) un carrito.

En eso llegó Cutarro,
amigo que había escuchado
que había una ley del Estado
para la venta de carros.
-"¡Pues a dar candela al jarro!"
exclamaba el yerno mío.
-"Suelte ya ese desafío,
diga los precios que hay
y aprestémonos, caray,
que andando se quita el frío". 
 
Cuando aquel hombre sacó 
el papel, vimos los precios...
y un ejército de necios
por la casa se regó.
Mi suegra se desmayó,
el nieto rompió la cuna,
a mi mujer le dió una
fatiga (casi la entierra),
y allá en el patio, la perra
se enfureció con la luna.
 
Pues nada, para comprar
el carrito más barato
hay que apretarse el zapato
y hasta tendremos que ahorrar.
Voy a tener que empeñar
la cosecha de aguacate,
el niño que venda el bate
con el guante y la pelota
y sepa que no se bota 
nada del escaparate.
 
Venderemos la nevera,
el microway, el fogón,
la cama grande, el colchón
y hasta la olla arrocera.
La tele, la cafetera,
la plancha, la secadora,
la ropa de mi señora,
el collar, el pulso, el broche,
la lamparita de noche
y también la lavadora.

Vamos a vender también 
la mata de mamoncillos,
los blumers, los calzoncillos,
un caldero y la sartén.
Venderemos como cien
libros que hay en mi hogar,
la tabla para planchar,
la mesa, las cuatro sillas
y como cinco bombillas
que tengo para alumbrar.

La bicicleta será
vendida al mejor postor.
Y el viejo ventilador
buena plata nos dará.
Hay una puerta que da
para el patio, si la quito
puede que entre el mosquito,
pero como todavía 
está firme me daría
un poco de dinerito.

También pienso renunciar
a la cuota en la bodega
a ver si ahorrando nos llega
lo que falta por lograr.
Y hasta la hora de dar
del cuerpo, en un gesto  diario
habrá que ser solidario
y sin que nadie se abruma
usar hoja de yagruma
como papel sanitario.

Olvidaremos los vicios,
adiós cigarro, adiós ron:
Montarse tras un timón
vale bien sus sacrificios.
Haremos mil artificios 
con el dinero precario,
y sin ser estrafalarios
meteremos en el gorro
de la estrechez y el ahorro,
buena parte del salario.

A pesar de todo eso,
 de acostarme sin comer,
de olvidarme del placer
y de quedarme en el hueso,
a pesar de tanto exceso
de sacrificio sufrido,
ya me siento convencido
que voy a morirme yo
sin montarme en un Peugeot
por su precio desmedido.

Ni mi nieto más chiquito
de dos añitos de edad
tendrá la oportunidad
de montarse en el carrito.
Puede que su nietecito
le dé fin al desconsuelo
y pensará en su desvelo
manejando con empeño
que al fin ha cumplido el sueño
que tuvo el tatarabuelo.
 A.R.
15-1-14
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Remitido por Delsa Durán

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