El Greco colapsa Toledo
El
Greco colapsó anoche el Casco Histórico de Toledo con el
concierto de las viejas campanas de la ciudad que marcó el inicio de la
programación para celebrar este año el IV Centenario de la muerte de Doménikos
Theotokópoulos. Muchos compararon las riadas de gente con los mejores años del
Corpus Christi, aunque dio la sensación de que la avalancha fue mucho mayor.
En la
calle Hombre de Palo el público encontró un tapón de varios cientos de metros
que hizo casi imposible llegar a la plaza del Ayuntamiento desde Zocodover.
Como alternativa, los espectadores optaron por callejear, siguiendo así las
instrucciones del director del concierto, el compositor valenciano Llorenç
Barber, que contó con la inestimable colaboración de miembros de la Asociación
Musical Manuel de Falla de Illescas, de la Asociación Musical San Martín de la
Vega, de la Escuela Municipal de Música de Talavera de la Reina y del
Conservatorio Profesional de Música «Jacinto Guerrero» de Toledo. Así se lo
contaba una joven a otra mientras paseaban por la calle del Comercio camino de
la catedral en medio de una noche fantástica. El pintor cretense tuvo la suerte
de que hasta la lluvia respetó la sinfonía coral «Grecos Aires» que tocaron las
campanas de varias iglesias.
Atasco
de gente y coches
Las
calles centrales del Casco no solo se colapsaron de público, la mayoría de
fuera de Toledo. También varios vehículos tuvieron que hacer una parada
improvisada por los ríos de personas que taponaban las arterías. Incluso la
Policía tuvo que abrir paso a algunos conductores que no podían avanzar ante el
tumulto, como sucedió en el cruce de las calles Alfonso X El Sabio y Navarro
Ledesma. O en la plaza de El Salvador, donde varios turismos tuvieron que
detenerse.
Hubo
momentos en que el espectador tuvo la sensación de que iba en medio de una
procesión, como en la calle Hombre de Palo, ya que el público pedía silencio para
escuchar la música. En otros lugares, como la plaza de Valdecaleros o la plaza
de San Román, el sonido de las campanas rompían el escrupuloso silencio de los
que se apostaban sentados sobre piedras o bancos.
El
golpe de los badajos estuvo acompañado de una función pirotécnica secuenciada
desde la plaza del Ayuntamiento, los Jardines del Tránsito y el Miradero. Y el
momento cumbre llegó, después de cincuenta minutos de sinfonía, con un
espectáculo de fuegos artificiales que arrancó el aplauso del público repartido
por las principales calles y plazas del casco viejo. El Greco no pudo empezar
mejor su efeméride.
Manuel Moreno y Elizabeth Bustos,
ABC, Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario