27 de noviembre de 2013

El monumento a los Estudiantes de Medicina





El Monumento
a los Estudiantes de Medicina

…cuando se muere
en brazos de la Patria agradecida
la muerte acaba, la prisión se rompe;
empieza, al fin, la vida!
José Martí

Fue el día 28 de enero de 1909, la fecha en que el doctor Fermín Valdés Domínguez, tan íntimamente ligado a los sucesos del 27 de noviembre de 1871, pudo decir y escribir: “Icé, con mis manos la bandera que, al lado del pedazo de pared de La Punta, dice al mundo que allí está algo de nuestro corazón, que aquella sangre allí derramada hace de aquel lugar, altar donde nuestro amor a la nacionalidad nos tiene siempre de pie y dispuestos a lo que el deber nos mande hacer en honra de ella”…

Cuenta la historia que allá, a mediados del mes de julio del año 1901, el general norteamericano Leonardo Wood, a la sazón Jefe de la Intervención Norteña, había ordenado la demolición del edificio que se encontraba en los terrenos del Castillo de La Punta y que se conocía con el nombre de "Barracones de Ingenieros".

El hecho, en sí, no hubiera tenido significación ninguna, de no ser que frente a sus paredones habían sido fusilados los estudiantes que, en nuestro martirologio, responden con los nombres de: Alonso Alvarez de la Campa, Anacleto Bermúdez, José de Marcos y Medina, Angel Laborde, Pascual Rodríguez, Carlos Augusto de la Torre, Carlos Verdugo y Eladio González.

Esta circunstancia hizo que Fermín Valdés Domínguez fuera a pedir al Jefe de la Intervención que dejara para la posteridad uno de aquellos lienzos de pared, precisamente aquel en que las vidas de la juventud cubana quedó tronchada en flor, en sacrificio inicuo.

Para dar más fuerza a su actuación fue en busca de los doctores, amigos y como él compañeros de los inmolados, Ricardo Gastón y Teodoro de la Cerra y con ellos se entrevistó con el General Wood, quien ante las razones expuestas por los defensores de los valores históricos de la Patria que nacía al mundo de la civilización y convencido de sus derechos invulnerables, por lo sagrados, y ante las razones convincentes, no pudo menos de expresar: "Bien hacen los cubanos en conservar sus recuerdos históricos y mucho más cuando se trata de perpetuar la memoria de los mártires.

Como resultado de aquella entrevista el Jefe de Ingenieros encargado de la demolición de los barracones de Ingenieros recibió la orden del General Wood, no sólo dé respetar el pedazo de pared que el doctor Fermín Valdés Domínguez y sus compañeros habían pedido, sí que también de cercarlo con una reja de hierro, tal como estuvo durante mucho tiempo.

Pasaron los años y, en 1908, en el mes de noviembre precisamente, el Ayuntamiento de La Habana propuso elevar el monumento en dicho lugar y al efecto, en la Gaceta Oficial al publicarse los acuerdos de la Sesión del día 20 de noviembre se consignaba lo siguiente: "Se acuerda por unanimidad, una moción del Concejal señor Jorge Horstmann, relativa a que debe erigirse, en el Parque de La Punta, un monumento conmemorativo del Fusilamiento de los Estudiantes en 1871 y dedicado asimismo a enaltecer y perpetuar el recuerdo de los que, con elevado altruismo contribuyeron a la defensa y reivindicación de aquéllos".

Del libro “Así es Cuba” por Alberto Boix Comas, editado a principios de la década de 1950.

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