El Tercer Centenario de la RAE
Este año 2013 la Real Academia Española (RAE)
cumple su tercer siglo de existencia. Trescientos años en los que se esmera en
hacer bueno el lema de “limpia, brilla y
da esplendor” a la lengua española, según propósito inicial para lo que fue
creada. Su sede está en Madrid, capital
de España, y está íntimamente relacionada con Academias correspondientes que
pertenecen a los países donde se habla español.
Según definición de sus fundadores y directores, el
objetivo de la Academia fue el de la regularización lingüística mediante la
promulgación de normativas dirigidas a fomentar la unidad idiomática dentro y
entre los diversos territorios donde se habla.
Fue fundada en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández
Pacheco, marqués de Villena y duque de Escalona. Al año siguiente, el rey Felipe V aprobó su
constitución y la colocó bajo su protección. Originalmente constaba de 24
miembros.
En la conciencia, según la visión de dicha época,
de que la lengua española había llegado a un momento de perfección suma, fue
propósito de la Real Academia «fijar las voces y vocablos de la lengua
castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza».
Se representó tal
finalidad con un emblema formado por un crisol puesto al fuego, con la leyenda Limpia,
fija y da esplendor. Nació, por tanto, la institución como un centro de
trabajo eficaz, según decían los fundadores, «al servicio del honor de la
nación».
Esas directrices lingüísticas que propone para
regular el buen uso de la lengua española se recogen en dos libros capitales que
revisa y publica periódicamente: el
Diccionario y la Gramática.
Tras la independencia de los países hispanoamericanos,
la Real Academia Española promovió el nacimiento de academias correspondientes
en cada una de las jóvenes repúblicas que surgían. Esta
decisión estuvo motivada por la idea central del movimiento llamado panhispanismo
o hispanoamericanismo, según la cual los ciudadanos de todas las
naciones de matriz española tienen por patria común una misma lengua (el
español) y comparten el patrimonio de una misma literatura.
A pesar de que hubo precedentes de academias
nacionales creadas con independencia de la Española, desde 1870 se
establecieron en América diversas academias hispanoamericanas subordinadas
estatutariamente a la RAE, a las que se llamó correspondientes por
mantener con la academia matriz una relación por correspondencia postal. Estas
veintiuna academias constituyen con la Real Academia Española la Asociación de
Academias de la Lengua Española (ASALE), fundada en 1951 en el marco del I Congreso de
Academias celebrado en México.
La ASALE es el órgano de colaboración de todas
ellas en la promoción de una política lingüística panhispánica. Esta política, plasmada en numerosos proyectos
de trabajo conjunto, fue galardonada en el año 2000 con el Premio Príncipe de
Asturias de la Concordia, concedido a la Real Academia Española, junto
con la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Una nueva
visión
En los nuevos estatutos aprobados en 1993, se
consideró necesario supeditar el antiguo lema fundacional -Limpia, fija y da
esplendor- al objetivo superior de trabajar al servicio de la unidad
idiomática. El artículo primero establece, en tal sentido, que la Academia
“tiene como misión principal velar porque los cambios que experimente la lengua
española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no
quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico”. De esa
forma quedaba sancionado un compromiso que la Academia había asumido ya desde
el siglo XIX.
El artículo primero de los estatutos de la RAE
dice:
«…tiene como misión principal velar por que los
cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades
de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito
hispánico. Debe cuidar igualmente de que
esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido
consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir
los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor.
Para alcanzar dichos fines, estudiará e impulsará los estudios sobre la
historia y sobre el presente del español, divulgará los escritos literarios,
especialmente clásicos, y no literarios, que juzgue importantes para el
conocimiento de tales cuestiones, y procurará mantener vivo el recuerdo de
quienes, en España o en América, han
cultivado con gloria nuestra lengua. Como miembro de la asociación de Academias de la Lengua Española mantendrá
especial relación con las Academias Correspondientes y Asociadas.»
Fuente:
wikipedia.com
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