30 de septiembre de 2013

Los espías no son cinco sino diecisiete




Los espías no son cinco, sino diecisiete

Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -En medio de la indetenible algarabía del gobierno,  pidiendo la libertad de sus cinco espías favoritos (aunque son cuatro), jamás se menciona a “los otros”. Me refiero a los demás que también espiaron y trabajaron en suelo norteamericano a favor de la dictadura, y que fueron  descubiertos y condenados a largos años de prisión en Estados Unidos.

El régimen jamás los menciona, parece haberlos olvidado. Como si sólo los cinco hubieran empeñado sus vidas por una dictadura sin salida, sin futuro, por más espías que tenga desperdigados por el mundo, todos financiados a costa del hambre de los cubanos de a pie.

Con la captura de Ana Belén Montes llegó a diecisiete el número de espías del gobierno cubano, arrestados en Estados Unidos desde septiembre de 1998.

Pero en Cuba no se menciona a la Montes. Tampoco a Walter Kendall Myers, ni a su esposa Gwendolyn. Mucho menos al profesor de la Florida International University, Carlos Álvarez, y a su esposa Elsa, todos condenados, por espiar a favor de una dictadura enemiga de Estados Unidos.

Me imagino lo que sentirán estos espías abandonados a su suerte al saber que la mayoría de los cubanos de la Isla ni siquiera ha escuchado sus nombres en los medios de propaganda. Nada hace por ellos el régimen. No cuentan en esa historia tenebrosa de ¨Los Cinco¨, gracias a los cuales se realizó el terrible acto terrorista de derribar dos aviones civiles, desarmados, y donde fueron asesinados jóvenes inocentes.

Todos estos espías, tanto los cinco como los otros, que gozaban de la libertad en una democracia verdadera, tendrán suficiente tiempo para reflexionar sobre lo que han hecho con sus vidas, por una dictadura en bancarrota, moral y económica.
Si no leyeron bien a José Martí, es por eso que estos espías ignoran que ¨cuando un pueblo emigra, los gobernantes sobran¨; o que ¨la felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes¨; o que ¨es rica una nación cuando cuenta con muchos pequeños propietarios¨.

¿Es que estos espías pueden considerarse talentos serviles, “un espectáculo en verdad odioso”, como dijo nuestro Apóstol? ¿Es que, al no poder descubrir que “la tiranía es la misma en sus varias formas, aunque se vista algunas de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes”, se convirtieron en espías del Diablo?

¿Es que creyeron que filmaban románticamente para la historia, que el espionaje que hacían no estaba relacionado con el fraude, el engaño, con la deslealtad al país donde viven, y sobre todo, contra un pueblo hambriento que sufre un atraso de cincuenta años, reprimido, manipulado por un gobierno perverso e ineficaz?

Nadie se apena hoy porque vivan entre rejas el resto de sus vidas. Ni siquiera quienes los indujeron.

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