3 de junio de 2013

UN CUBANO EN EL TESORO DE LA JUVENTUD



Un cubano en “El Tesoro de la Juventud”,
Ismael Clark Mascaró

Por Marlene María Pérez Mateo

Supe, hace ya de ello varios años, del gusto devoto, por parte de uno de mis bisabuelos por una de esas obras que para el tiempo y renueva los ánimos: “El Tesoro de la Juventud”. Coleccionaba el entonces joven de Valladolid en su patria adoptiva, Cuba, los volúmenes de la que con lustros deviniera en ser la enciclopedia mas popular de la historia. Eran las primeras décadas del siglo XX. Su empeño fue tal que hasta sus descendientes de hoy en día tan apreciadas volúmenes han llegado.

       “El Tesoro de la Juventud” son un total de 7,172 páginas  distribuidas en 14 libros, editado por primera vez en 1915. Las temáticas variaban y se incluían en distintas secciones. Allí encontramos  capítulos del Quijote con litografías bellísimas ilustrándolos; poesía (recuerdo las de Fray Luis de León); historias del ferrocarril, del la vieja China imperial y de hadas; pequeñas mini-lecciones de bordados; leyendas orientales; de las modas de antaño; curiosidades y tanto más. El tomo  mas disfrutado por mí, recordaba en sus primeras citas al sabio poeta nicaragüense Rubén Darío, “Juventud Divino Tesoro”.

Cabe ahora dejarnos caer en los brazos del tiempo evocando las lecturas ya citadas. La empresa W.M. Jackson, Inc. sacó a la luz una enciclopedia en cuya nota de derechos de autor planteaba; “Esta obra no podrá sin su permiso ser reimpresa en España y sus posesiones de ultramar.” (Es evidente lo desfasado e ignorante de tal señalamiento, ya para esa época las posesiones de España en ultramar no eran una realidad, al parecer desconocían el Tratado de París  y todo lo demás.) De todo ello derivó la necesidad de una edición para al mundo hispano parlante y  dicha responsabilidad cayó en una comisión de sabios.

El grupo fue de ocho miembros: dos de Argentina, Estanislao y Ceballos; dos uruguayos, Abel J Pérez y José Enrique Rodó; uno chileno, Alberto Edwards, uno peruano, Paulino Fuentes Castro, uno mexicano, Luis Gonzaga Urbina, un español Miguel de Unamuno  y uno cubano. A este último van en dedicatoria  los siguientes párrafos.

    Ismael Clark y Mascaró nació en la pequeña isleta de Regla en el litoral habanero el 21 de de abril de 1876. Su padre fue un conspirador por la independencia de Cuba, su nombre José Coleto Clark Morera y su madre Andrea Mascaró. Estudió desde pequeño en el seminario habanero de San Carlos y San Ambrosio. Logra recibir las órdenes menores dentro de la carrera eclesiástica, destacándose especialmente en las lenguas del griego y el latín. Se disponía a ingresar en Francia en el Noviciado de los Predicadores, al estallar la guerra del 1895.
 
 En Cayo Hueso, USA, bajo las órdenes del General Loret de Mola zarpa en la expedición del 'Three Friends” y es hecho prisionero el 2 de Julio de 1896 y más tarde deportado a México. Allí promueve la causa cubana en clubes y por medio del periódico “Las dos Repúblicas”. También escribe para  revistas como Leyendas Nacionales y Kempis Mundanizado. Traba amistad con los poetas Amado Nervo y Juan de Dios Peza.

   Con el nacimiento de la República cubana libre regresa a Regla donde inicialmente trabaja como maestro de instrucción primaria. Reabrió el Liceo Artístico Literario local y se inicia como miembro de la Logia  Masónica. En 1906 obtuvo el título de Doctor en Pedagogía y seis años después el de Cirugía Dental, pasando a ocupar varias posiciones dentro de la enseñanza pública en Camagüey y la Habana. 

Entre 1924 al 1931 pasa a ser Catedrático en la Facultad de Medicina de La Habana y en 1937 redacta el reglamento de la Facultad de la que era Decano, Estomatología. Escribió textos pedagógicos: El Método práctico, Concepto vulgar y científico de la educación, Tratado de urbanidad, El Lenguaje y Gramática Aplicada, Cáncer y Terapéutica y Anestésicos.  

Dentro de la literatura: Leyendas Nacionales, La tolerancia, Con las gafas del diablo, Fábulas y reverso-fábulas, Inanidad de las religiones. Obras teatrales: Regla año 1908, El Bloqueo, Crucifijos, Matrimonio Secreto y El Inventor.

Aun se mantienen inéditos su Diccionario de Términos Médicos y Estomatológicos y sus traducciones de Psicología pedagógica de Prince (del ingles) y Escuela Nueva (italiano). Dirigió la Revista Guaicanamar y colaboró con el Clarín, Letras, Reglas Ilustradas, El Heraldo de Cuba, La Escuela Moderna y El Tesoro de la Juventud. En 1935 fue electo Miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. 

En 1941 se le otorgó el privilegio de ser el Primer Profesor emérito de la Facultad de Odontología de La Universidad de La Habana y diseñó el emblema que distingue e identifica a tal Facultad. Falleció en La Habana el 21 de diciembre de 1964.

No sé en realidad, doy la bienvenida a cualquier aclaración, cuál fue la aportación de Clark y Mascaró en El Tesoro de la Juventud, ni el peso que tuvo en ello. Su aval de vida por si solo hablan de su capacidad y méritos. Bueno sería echar un vistazo a la enciclopedia. No hace mucho descubrí su mano en la obra y con ello una razón más de orgullo auténtico y regocijo.

Marlene María Pérez Mateo
Mayo 24, 2013

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