Un
cubano en “El Tesoro de la Juventud”,
Ismael
Clark Mascaró
Por Marlene María Pérez Mateo
Supe, hace ya de ello varios
años, del gusto devoto, por parte de uno de mis bisabuelos por una de esas
obras que para el tiempo y renueva los ánimos: “El Tesoro de la Juventud”.
Coleccionaba el entonces joven de Valladolid en su patria adoptiva, Cuba, los
volúmenes de la que con lustros deviniera en ser la enciclopedia mas popular de
la historia. Eran las primeras décadas del siglo XX. Su empeño fue tal que
hasta sus descendientes de hoy en día tan apreciadas volúmenes han llegado.
“El Tesoro de la Juventud” son un total
de 7,172 páginas distribuidas en 14
libros, editado por primera vez en 1915. Las temáticas variaban y se incluían
en distintas secciones. Allí encontramos
capítulos del Quijote con litografías bellísimas ilustrándolos; poesía
(recuerdo las de Fray Luis de León); historias del ferrocarril, del la vieja
China imperial y de hadas; pequeñas mini-lecciones de bordados; leyendas
orientales; de las modas de antaño; curiosidades y tanto más. El tomo mas disfrutado por mí, recordaba en sus
primeras citas al sabio poeta nicaragüense Rubén Darío, “Juventud Divino Tesoro”.
Cabe ahora dejarnos caer en los brazos
del tiempo evocando las lecturas ya citadas. La empresa W.M. Jackson, Inc. sacó
a la luz una enciclopedia en cuya nota de derechos de autor planteaba; “Esta
obra no podrá sin su permiso ser reimpresa en España y sus posesiones de
ultramar.” (Es evidente lo desfasado e ignorante de tal señalamiento, ya para
esa época las posesiones de España en ultramar no eran una realidad, al parecer
desconocían el Tratado de París y todo
lo demás.) De todo ello derivó la necesidad de una edición para al mundo
hispano parlante y dicha responsabilidad
cayó en una comisión de sabios.
El grupo fue de ocho
miembros: dos de Argentina, Estanislao y Ceballos; dos uruguayos, Abel J Pérez
y José Enrique Rodó; uno chileno, Alberto Edwards, uno peruano, Paulino Fuentes
Castro, uno mexicano, Luis Gonzaga Urbina, un español Miguel de Unamuno y uno cubano. A este último van en
dedicatoria los siguientes párrafos.
Ismael
Clark y Mascaró nació en la pequeña isleta de Regla en el litoral habanero el
21 de de abril de 1876. Su padre fue un conspirador por la independencia de
Cuba, su nombre José Coleto Clark Morera y su madre Andrea Mascaró. Estudió
desde pequeño en el seminario habanero de San Carlos y San Ambrosio. Logra
recibir las órdenes menores dentro de la carrera eclesiástica, destacándose
especialmente en las lenguas del griego y el latín. Se disponía a ingresar en
Francia en el Noviciado de los Predicadores, al estallar la guerra del 1895.
En Cayo Hueso, USA, bajo las órdenes del
General Loret de Mola zarpa en la expedición del 'Three Friends” y es hecho
prisionero el 2 de Julio de 1896 y más tarde deportado a México. Allí promueve
la causa cubana en clubes y por medio del periódico “Las dos Repúblicas”. También
escribe para revistas como Leyendas
Nacionales y Kempis Mundanizado. Traba amistad con los poetas Amado Nervo y
Juan de Dios Peza.
Con el nacimiento de la República cubana libre
regresa a Regla donde inicialmente trabaja como maestro de instrucción
primaria. Reabrió el Liceo Artístico Literario local y se inicia como miembro
de la Logia Masónica. En 1906 obtuvo el
título de Doctor en Pedagogía y seis años después el de Cirugía Dental, pasando
a ocupar varias posiciones dentro de la enseñanza pública en Camagüey y la
Habana.
Entre 1924 al 1931 pasa a ser Catedrático en la Facultad de Medicina de
La Habana y en 1937 redacta el reglamento de la Facultad de la que era Decano,
Estomatología. Escribió textos pedagógicos: El Método práctico, Concepto vulgar
y científico de la educación, Tratado de urbanidad, El Lenguaje y Gramática Aplicada,
Cáncer y Terapéutica y Anestésicos.
Dentro de la literatura: Leyendas Nacionales, La tolerancia, Con las
gafas del diablo, Fábulas y reverso-fábulas, Inanidad de las religiones. Obras
teatrales: Regla año 1908, El Bloqueo, Crucifijos, Matrimonio Secreto y El
Inventor.
Aun se mantienen inéditos su
Diccionario de Términos Médicos y Estomatológicos y sus traducciones de
Psicología pedagógica de Prince (del ingles) y Escuela Nueva (italiano). Dirigió
la Revista Guaicanamar y colaboró con el Clarín, Letras, Reglas Ilustradas, El
Heraldo de Cuba, La Escuela Moderna y El Tesoro de la Juventud. En 1935 fue electo
Miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
En 1941 se le otorgó el privilegio de ser el Primer Profesor emérito de la
Facultad de Odontología de La Universidad de La Habana y diseñó el emblema que
distingue e identifica a tal Facultad. Falleció en La Habana el 21 de diciembre
de 1964.
No sé
en realidad, doy la bienvenida a cualquier aclaración, cuál fue la aportación
de Clark y Mascaró en El Tesoro de la Juventud, ni el peso que tuvo en ello. Su
aval de vida por si solo hablan de su capacidad y méritos. Bueno sería echar un
vistazo a la enciclopedia. No hace mucho descubrí su mano en la obra y con ello
una razón más de orgullo auténtico y regocijo.
Marlene María Pérez Mateo
Mayo 24, 2013
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