La desbandada
Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org
-Lista y en sus marcas está otra vez la gente de Cuba para lanzarse a la
desbandada, tan pronto como transcurra la primera quincena del primer mes de
2013, y se hagan efectivas las modificaciones del Decreto-Ley 302 a la Ley de
Migración.
Claro que otra vez son los jóvenes (sobre todo) los
protagonistas. Muchos ya tienen en plan abandonar sus carreras universitarias,
muy especialmente las que se relacionan con el sector de la salud, pues, al no
graduarse, le juegan cabeza a las reglamentaciones leoninas con que el régimen
insiste en mantener como rehenes a los médicos y otros profesionales. Otros
muchos, muchísimos, han puesto en venta hasta la ropa que llevan puesta, con
tal de completar el dinero suficiente para comprarse un boleto de avión, hacia
cualquier país, ya que al final todos los caminos conducen a la ley de Ajuste
Cubano.
Los románticos (y en eso coinciden con los cómplices de
la dictadura) sostienen que nuestra gente está ansiosa por ir a conocer el
mundo. No es que no sea verdad, pero no es la verdad completa. Más que natural
ansiedad, es desesperación lo que les motiva. Antes que el ansia de viajar, a
nuestros jóvenes les compulsa el apuro por huir de sus chatos y desesperanzados
entornos.
Cuba es un país de viejos y para viejos. Tal parece ser
el lema con que nuestros caciques se aprestan a tirar la última afeitada,
parafraseando su propia consigna antediluviana sobre la revolución que era “del
pueblo y para el pueblo”.
Más patético no podría ser el destino de aquellos
pretendidos revolucionarios que con tal de perpetuarse sin sobresaltos en el
poder, encerraron bajo siete llaves los horizontes de la Isla, para luego
dedicarse a propiciar la huida de los más peligrosos, los jóvenes, en
sistemáticas desbandadas, por lo menos una en cada generación.
Para el remate, después de hacerles la vida imposible en
su país, y de obligarlos a huir en las circunstancias más precarias, aun con
serios riesgos para su integridad física, terminaron cogiéndole el gusto a
sostenerse gracias, en gran medida, al dinero que hoy envían desde el exterior,
fruto de lo que ellos llamarían la explotación del hombre por el hombre de que
son víctimas en el capitalismo.
Por suerte (perdón, es un decir) con las nuevas
modificaciones del Decreto-Ley 302, los de esta
desbandada tendrán al menos la posibilidad de regresar, en caso de que no les
vaya bien, algo que les fue prohibido, por decreto dictatorial, a las
anteriores generaciones. De hecho, no son pocos los que se están planteando
viajes de exploración, aunque tampoco son pocos los convencidos de que por mal
que les vaya, mejor que lo malo conocido, será cualquier otro por conocer.
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