El
chavismo maniobra
para
eludir la toma de posesión
Maduro
reconoce por primera vez que Chávez no estará en Caracas el 10 de enero para
jurar el cargo. El oficialismo cree ahora que el acto es una mera formalidad y
que podría celebrarse más tarde. La Asamblea Nacional se constituyó ayer pese a
la incertidumbre que sacude al país.
Mientras continúa la incertidumbre sobre la salud
del presidente Hugo Chávez, que debe reasumir su cargo el 10 de enero, se
designó la Junta Directiva del organismo legislativo. Y de nuevo el elegido fue
el hombre fuerte del Ejército, Diosdado Cabello, que como presidente de la
Asamblea Nacional debería suplir al presidente del país en caso de falta
absoluta.
La designación fue determinante, ya que
probablemente Chávez no pueda presentarse ante la Asamblea el 10 de enero para
asumir la presidencia, lo que dejaría al titular de la cámara como el
presidente en ejercicio, mientras se realiza un nuevo proceso de elecciones. «A
la seriedad normal que debe tener el presidente del Parlamento se ha agregado
la circunstancia adicional de que esa persona puede ser el encargado de la
presidencia de la República por un tiempo», aseguró a LA RAZÓN Ramón Guillermo
Aveledo, secretario ejecutivo de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD).
«En su
momento ya planteamos que al instalarse la Asamblea Nacional se tenga claro que
puede que le toque elegir mañana a la persona que va a estar transitoriamente
encargada de la presidencia. Pedimos una directiva para el diálogo, situación
que descartó ayer el presidente del Parlamento», dijo.
Las afueras del Congreso eran un hervidero de
seguidores chavistas movilizados por un anuncio que no paraba de repetirse en
la cadena nacional. «A partir de las 10 de la mañana, todos a la Asamblea, para
defender la soberanía nacional y para denunciar a la prensa internacional y
mercenaria». Casi todo el «ambientazo» se centraba en las puertas del
legislativo. No faltó ninguno de los elementos propios del merchandising
chavista: camisetas rojas, muñecos chavitos y banderas bolivarianas.
Una señora de avanzada edad gesticulaba una
marioneta de Chávez con sombrero vaquero. «Le pido a Dios que lo sane, o cure,
que los médicos cubanos lo devuelvan con vida», nos comentaba visiblemente
emocionada. A su lado, otra mujer exclamaba: «Le pedí a Dios un presidente que
fuera pobre para que se ocupara de los pobres, él me lo envió y ahora, no puede
llevárselo».
Pero del éxtasis al odio hay solo un paso y en
cuanto veían entrar al recinto a algún diputado opositor, su cara de ancianita
adorable se transformaba. «Vendepatrias del demonio, ratas, majunches, escuálidos,
nunca volveréis», gritaban mientras se agarraban a unas vallas, cada vez más
tumbadas.
Dentro, Diosdado Cabello juró el cargo hasta 2014
en una sesión en la que el chavismo rechazó cualquier acuerdo de consenso con
la oposición y que se convirtió en homenaje y declaración de respaldo a Chávez.
«Hugo Chávez Frías fue electo para ser presidente de la República y seguirá
siendo presidente de la República más allá del día 10 de enero, no le quede
duda a nadie», gritó Cabello durante su intervención ante los diputados.
Resistido por amplios sectores partidarios, Cabello debió mostrarse el jueves
junto al vicepresidente Nicolás Maduro –a quien Chávez respaldó como su
sucesor– para ratificar «la unión» de todo el chavismo en un momento clave.
«Estamos hermanados», aseguraron. Poco después, en una tarima instalada en los
exteriores de la Asamblea, Maduro volvía a sacar pecho. El discurso de
vicepresidente se ha tornado virulento, agresivo.
Esforzándose por gritar más que Cabello, pero
repitiendo el mismo discurso, exclamaba «podemos enfrentar cualquier escenario
si estamos unidos». Maduro no dudó en calificar de «falsa» la interpretación
que hace la oposición y descartó cualquier posibilidad de que sea el presidente
de la Asamblea el que asuma las funciones del Ejecutivo. «El presidente en
ejercicio es Chávez y el formalismo de su juramentación puede resolverse»,
acotó. Arengado por los seguidores y fiel a su estilo mesiánico, sentencia «el
pueblo debe "borrar" a los detractores del presidente Chávez». Un
discurso incendiario, lleno de odio e irresponsabilidad. Teniendo en cuenta los
tiempos inciertos que se viven Venezuela, cualquier chispa puede encender la
llama.
Fuente: La Razón. Madrid
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