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Si el cerdo está triste, el jamón sabe peor
Ibérico o sucedáneo. Bellotas o no bellotas. Bien curado o mal curado. Todo influye en la calidad de la carne de cerdo que compramos en un restaurante o en un supermercado. Pero ahora los científicos quieren introducir una nueva variable no explorada hasta el presente: «...el estado emocional del cerdo puede modificar parámetros bioquímicos de su organismo...» señala Antonio Velarde, responsable del proyecto Anémona.
Lo que sí se ha demostrado hasta ahora es que el confort, el hambre, la salud o las lesiones que pueda padecer un ejemplar son vitales para determinar la calidad del producto alimenticio. El siguiente paso que se quiere abordar es valorar cómo influye el estado emocional de los animales de granja.
Fuente: La Razón, Madrid
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