...Y le presentaron a un sordo, que, además,
apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado,
le metió los dedos en los oídos
y con la saliva le tocó le lengua:
Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
-- Effetá (esto es, "ábrete").
Y al momento se le abrieron los oídos,
se le soltó la traba de la lengua
y hablaba sin dificultad...
Mc. 7, 31...
Tócame,
Señor,
para
que oyendo como Tú quieres,
sepa
escuchar con nitidez lo que me dices.
Y si a
veces, Señor, vuelvo la cabeza
haz
que, de nuevo, con la veleta de la fe
me
marques el sentido de mi vida.
Perdóname,
Señor,
cuando
te escucho y finjo no haberlo hecho;
cuando
te escucho, y pienso que no es para mí;
cuando
te escucho, y me hago el sordo.
Tócame
de nuevo, Señor,
Porque
a veces estoy demasiado tocado
por las
manos de un mundo caprichoso,
de una
sociedad corrompida,
de un
ambiente que no me deja oír
lo que
me produce paz y alegría sin límites.
¿Me
tocarás, Señor?
ábreme mis oídos, que te escuche;
mis
manos, que me dé;
mis
ojos, para que vea;
mis
pies, para que camine;
mi
conciencia, para que nunca te olvide.
Javier
Leoz, betania.com
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