¿También vosotros queréis marcharos?
Simón Pedro le contestó:
- Señor, ¿a quien vamos a acudir?
Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos.
Y sabemos que eres el Santo consagrado por Dios.
Juan, 6
Habla, Señor,
aunque tus Palabras nos resulten duras
o que después de escucharlas,
sigamos en las nuestras sin hacerles caso.
Habla, Señor,
porque la fe que no es exigente
corre el riesgo de convertirse
en merengue que adorna
pero sin masa que alimenta.
Porque la fe que no provoca
es dulce al paladar
pero sin trascendencia en la vida.
Javier Leoz,betania.es
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