CUBA UN DÍA DESPUÉS
Por Amelia M
Doval
Miami sucumbe al silencio que nos
obliga a ser menos bulliciosos porque las reglas de conducta así lo exigen. El
televisor descubre una madrugada apacible aunque repitan noticias una y otra vez
haciendo de un acto criminal una multiplicación de escenas.
Novedades del mundo, catástrofes que
nos hacen recordar las profecías y quedamos preguntándonos qué tan cerca
estamos del final, del punto cero de la cuenta regresiva, bloquear este
pensamiento es relativamente fácil cuando se levanta la carpa del gran circo y
comienzan a rodar el tema de Cuba.
Un archipiélago que se olvida de ser
porque en sus contornos la migración siempre ha sido un delito incluido
en sus estatus segregacionales. De una punta a otra de la isla el enigma del
misterio esconde espacios innombrables y negados al consumo de una población
que aparentemente se ha ganado el derecho universal, como respuesta a la
INCOMPETENCIA gubernamental, de viajar más allá de sus fronteras mentales.
En medio del despliegue rotativo de la
noticia me sorprende la pregunta-respuesta ¿viajar con qué? Y, sobre todo,
¿para qué? Una población que sigue teniendo la misma moneda inservible, aunque
se ramifique en variantes, poco puede desarrollar en el intercambio, la
ganancia se redondea a un hambre espiritual y económico que trasciende del
estómago a la calle.
La conclusión no se hace esperar, es
otra jugada magistral para entretener y desvirtuar a los cubanos que tratan de
acomodarse al mundo desarrollado desde su incapacidad de movimiento. Es una
carrera de tiempo del gobierno que les permita resistir hasta el último segundo
en una caída que los ha mantenido suspendidos en el aire.
Reflexionando sobre un después ¿qué
pasaría si mañana amanecemos con la noticia esperada? ¿qué pasos seguiríamos
después de la muerte física de un Castro moribundo en el olvido de sus notas de
crónica roja? ¿Estará la historia preparada para documentar la pérdida o el
exceso de alegría?
Han pasado 52 años y más desde que se
comenzó a esperar el final pero, ¿llevarán las maletas las ropas adaptadas a
los nuevos tiempos, no estaremos cargando demasiados recuerdos? ¿Hacia dónde
iríamos? ¿Nos dejaría el ejército, dirigido por Raúl, recuperar nuestro aire,
nuestro mar, nuestro viento? ¿Germinaría la semilla del miedo, sembrada con propaganda
y discurso, sobre quiénes y cómo recuperarán lo que quedó supuestamente
abandonado?
Cuba, sinónimo de Castro desde hace
medio siglo, ha preparado económica y políticamente el futuro, toda la dinastía
sin despreciar a ningún miembro se ha apoderado de los posibles fructíferos
negocios. La muerte llevaría al mismo camino, los nuevos millonarios seguirían
firmando con el mismo apellido, dueños de todo, no importa que sistema escoger.
Siervos seguirán siendo siervos, feudales, seguirán siendo feudales, apellido
seguirá siendo apellido y la Constitución respaldará cada paso.
Los negocios en la llave del Caribe se
acrecientan en magnitud y ganancia para sus verdaderos dueños: los Castro,
porque la humanidad los sigue aplaudiendo como héroes, ¿y los cubanos seguirán
oprimidos?, la respuesta es SÍ, porque no es Fidel, no es Raúl, es una rueda
que gira solamente a favor de ellos. Lograr un cambio en Cuba implica eliminar
todas las posibilidades de sucesión al trono. Los cubanos debemos vestirnos de
pueblo y enarbolar la batalla, la monarquía debe caer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario