Ana Dolores García
Ya ha comenzado la temporada navideña y con ella un cada vez más complicado quehacer para cumplir con las tradiciones que han enriquecido o desfigurado la Navidad a través de los siglos. Cuatro semanas de preparación al nacimiento de Cristo Jesús en las que el sentido religioso del “Adviento” cristiano como si se encogiera al mismo tiempo que el estrés se desborda con las tarjetas postales, la larga espera en oficinas de correos, y el decorar el hogar, comprar y envolver regalos, compartir y corresponder con fiestas, reuniones, comidas…
Se atribuye a Aristóteles el haber definido al ser humano como un “zoon politikón”, es decir, un animal político, más suavemente dicho: un ser sociable y comunicativo. Los primitivos somerios que se establecieron en la antigua Mesopotamia unos 3,000 años a.C., y que entre muchas otras cosas crearon la rueda, el ladrillo de adobe, el concepto de ciudad y la construcción de arcos, también inventaron la escritura cuneiforme. Al igual que el hombre de las cavernas plasmaba símbolos en las paredes de las cuevas, los sumerios escribieron sus mensajes en tablillas de arcilla. Eran generalmente “avisos” no tarjetas de felicitación, pero sin lugar a dudas, la milenaria evolución hasta nuestras tarjetas de felicitación la comenzaron ellos.
Wikipedia sintetiza las etapas siguientes informando que «la costumbre de enviar tarjetas de saludo se puede remontar a la primitiva China, donde desde muy antiguo se intercambiaban mensajes escritos de buena voluntad para celebrar el nuevo año, y a los antiguos egipcios, que también transportaban sus saludos a familiares y amigos en rollos de papiro.
A comienzos del siglo XV, las tarjetas de saludo hechas a mano en papel eran intercambiadas entre la alta sociedad de Europa. Se sabe que los alemanes tenían saludos de Año Nuevo impresos en madera (xilografía) desde 1400, y tanto poesías como felicitaciones hechas a mano en papel para San Valentín, eran intercambiadas en varias partes de Europa desde comienzos a mediados del siglo XVI.
Sin embargo, por el 1850, la tarjeta de saludo fue transformada de un regalo relativamente costoso, hecho a mano y entregado en mano a un medio popular y comprable y de comunicación personal, debido en gran parte a los avances en la impresión y la mecanización.»
¿Dónde y cuando aparecieron las primeras tarjetas de Navidad impresas? ¿Participarían María y José el nacimiento de Jesús a sus amistades? ¡No, qué va! Ni a los Magos de Oriente, porque a ellos los guió una estrella hasta Belén.
Al menos se ha podido averiguar que las primeras tarjetas navideñas se imprimieron en Londres y fueron diseñadas en Torquay, Australia. Habrá que ir hasta el Reino Unido según lo publicado en la página web de la BBC y llegar hasta el año 1843, en plena época victoriana:
« Sir Henry Cole era un hombre muy ocupado que trabajaba en la Oficina de Registros Públicos de Londres. Tan ocupado, de hecho, que no tuvo tiempo de escribir a toda su familia y amigos en Navidad. En 1840 se le ocurrió una idea: ¿Por qué no pedirle al conocido artista John Calcott Horsley que diseñara una tarjeta con un mensaje que pudiera enviar a la gente?
Horsly vivía en ese momento en Orestone Manor entre Torquay y Maidencombe. Fue allí donde se diseñó esa primera tarjeta. A cada lado de ella se muestran algunos pobres y una dama caritativa que les ofrece ayuda. En el centro hay una familia feliz tomando de una copa y disfrutando de las festividades navideñas. Las palabras impresas en la tarjea eran “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo para ti”. Puede verse que no han cambiado mucho desde entonces.
La tarjeta se hizo tan popular que en 1843 se imprimieron mil de ellas para la venta comercial al precio de un chelín cada una, lo que la convirtió en la primera tarjeta navideña de producción en masa de la que se tiene noticia.
Sin embargo, no todo el mundo lo aprobó. Los puritanos se opusieron a la imagen que mostraba personas levantando una copa por Navidad. Esas objeciones fueron dejadas de lado. El resto, ¡es historia!
Por su parte y en 1860, Thomas Nast, el creador de la imagen de Santa Claus, organizó la primera venta masiva de tarjetas de Navidad, en las que también aparecía la frase “Feliz Navidad”. Fue en 1893 cuando la costumbre recibió la confirmación real, al encargar la Reina Victoria 1,000 tarjetas a una empresa británica.
La tradición también recoge que la primera tarjeta navideña probablemente se hizo en Alemania siglos antes, pero la tarjeta diseñada en Torquay es la que realmente marcó el nacimiento de la tarjeta navideña comercial.
Se cree que todavía existen unas doce tarjetas originales de Horsley. Una de ellas puede verse en la biblioteca nacional de Arte en Londres. (...Y al comienzo de este relato).
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