Día de los Muertos,
Halloween,
Todos los santos y
Los fieles difuntos
Ana Dolores García
Cada año, la llegada del otoño nos trae unas fechas similares. el día de los muertos, la celebración cristiana de santos y fieles difuntos, y la de Halloween con sus reminiscencias de ritos célticos sobre la muerte. Ya su propio nombre nos adelanta que algo significa también sobre santos y muertos. Tres celebraciones de pueblos y creencias disímiles sobre un mismo tema que se han puesto de acuerdo para reunirse en una misma hoja del calendario.
Durante tres mil años, el pueblo indígena de México se había
venido burlando de la muerte en un festival que duraba casi todo el mes de
agosto, noveno mes del calendario asteca. Para ellos la vida era un sueño y la muerte era el comienzo a una
vida plena. Por ello, las calaveras eran símbolo de alegría y de liberación. Los
misioneros españoles, aunque encontraron
todo esto como algo espeluznante, vieron en el fondo la misma idea cristiana:
la vida eterna en el Reino de Dios después de la muerte.
Y al
igual que lo hiciera la Iglesia en
Europa identificando sus fechas litúrgicas con las de las antiguas fiestas paganas, los
misioneros en México trasladaron las celebraciones indígenas de agosto y las resumieron
en tres días para que coincidieran con el calendario cristiano y la celebración
de todos los santos y los fieles
difuntos.
Halloween en sus orígenes fue también una fecha religiosa. La muerte ha sido, y es, el gran misterio de
todos los pueblos desde los orígenes que se conocen. Las noches, con su halo de
misterio comenzaron a hacerse mal largas. La luz del día, a su vez, se hizo mas
corta. Era un escenario propicio para misterio, fantasmas, aparecidos, brujas,
conjuros….
Así hemos llegado hasta estos tiempos, en que durante tres días
pasamos de la inocencia infantil de recoger caramelos tocando puertas de
vecinos, a fiestas con disfraces macabros. Un ambiente convenientemente creado por
películas y espectáculos televisivos ad genero, mientras otros muchos una vez
al año visitarán los cementerios, lavarán las argollas y crucifijos de bronce de
las bóvedas y, sentados sobre ellas, se quedarán un rato con sus muertos. Las tumbas
se cubrirán de flores, se levantarán altares en las casas para honrar a los muertos,
los niños llenarán sus bolsas con toneladas de cráneos de caramelo, y las
gentes se disfrazarán de esqueletos. Los
devotos pasarán horas en cementerios e
iglesias, y de ese modo viviremos un
animado ambiente de confraternidad entre los santos, los vivos y los
muertos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario