12 de noviembre de 2016

QUEDARSE A LA LUNA DE VALENCIA


 
“Quedarse en la luna de Valencia”

Marlene María Pérez Mateo

   La ciudad de Valencia, España, como tantas otras urbes  durante la etapa medieval tenía como forma de defensa las murallas. Tales fortificaciones rodeaban el perímetro geográfico urbano conteniéndolo  y hasta cierto punto limitando su expansión. Las puertas de acceso se abrían y cerraban según ordenanza. Las 10:00 p.m. era por entonces la hora nocturna tope. Si quedabas fuera luego de ese momento pues no quedaba de otra que dormir al descampado o sentarte a esperar el nuevo día en un banco en forma de media luna ubicado en las afueras. De allí es para algunos el origen de la  frase.

   Una variante también de posible explicación es la relación de las mareas con el ciclo lunar. En determinados momentos el atraque en el puerto valenciano no se aconsejaba y a pasajeros y marinos no les quedaba mas que esperar  y admirar la luna, exhibidora de sus mejores galas en las noches de por aquellos lares.
   La tercera versión se remonta a la expulsión de los moriscos del territorio español quienes aguardaron bajo la luz del astro nocturno  la llegada de los barcos que les llevarían a Marruecos, Argelia o Túnez, en las playas de Valencia.

   Las razones anteriores, aunque plausibles, no llegan a convencer, pues los tres eventos ocurrieron en muchos otros lugares. Entonces, ¿Por qué  Valencia iba a ser distinta? Además la interpretación de la frase para calificar a una persona en un estado algo fuera de sí, despistado, rezagado  o ilusorio hace pensar en algo mas como motivación original.

   La historia da la razón. En 1409 el párroco de la ya citada ciudad, Padre Juan Gilaberto Jofre (hoy declarado Siervo de Dios), fue testigo de un episodio de burla y asedio contra un débil mental por parte del populacho. El señor cura, avergonzado de tal hecho, tomó bajo su abrigo a la víctima, siendo este el detonante  de la pionera iniciativa de crear el que ha devenido en ser el primer centro para tratamiento psiquiátrico del mundo, bajo el nombre “De los Santos Inocentes” y hoy Hospital Universitario.

   Con las limitaciones propias de la época, téngase en cuenta de los mas de quinientos lustros de distancia, el centro era ejemplo en limpieza, nutrición, cuidados de salud y respeto por la dignidad. Fue visitado por el monarca Felipe el Hermoso 1502; y Jerónimo Munzer (1494), médico alemán erudito. Era algo único e inusitado; merece hasta hoy la mejor de las admiraciones. Una acción muy altruista tras una frase de lo cotidiano.

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