“Quedarse en la luna de Valencia”
Marlene María Pérez Mateo
La ciudad de Valencia, España,
como tantas otras urbes durante la etapa
medieval tenía como forma de defensa las murallas. Tales fortificaciones rodeaban
el perímetro geográfico urbano conteniéndolo
y hasta cierto punto limitando su expansión. Las puertas de acceso se abrían
y cerraban según ordenanza. Las 10:00 p.m. era por entonces la hora nocturna
tope. Si quedabas fuera luego de ese momento pues no quedaba de otra que dormir
al descampado o sentarte a esperar el nuevo día en un banco en forma de media
luna ubicado en las afueras. De allí es para algunos el origen de la frase.
Una variante también de posible
explicación es la relación de las mareas con el ciclo lunar. En determinados
momentos el atraque en el puerto valenciano no se aconsejaba y a pasajeros y
marinos no les quedaba mas que esperar y
admirar la luna, exhibidora de sus mejores galas en las noches de por aquellos
lares.
La tercera versión se remonta
a la expulsión de los moriscos del territorio español quienes aguardaron bajo
la luz del astro nocturno la llegada de
los barcos que les llevarían a Marruecos, Argelia o Túnez, en las playas de
Valencia.
Las razones anteriores, aunque
plausibles, no llegan a convencer, pues los tres eventos ocurrieron en muchos
otros lugares. Entonces, ¿Por qué
Valencia iba a ser distinta? Además la interpretación de la frase para
calificar a una persona en un estado algo fuera de sí, despistado,
rezagado o ilusorio hace pensar en algo
mas como motivación original.
La historia da la
razón. En 1409 el párroco de la ya citada ciudad, Padre Juan Gilaberto Jofre (hoy
declarado Siervo de Dios), fue testigo de un episodio de burla y asedio contra
un débil mental por parte del populacho. El señor cura, avergonzado de tal
hecho, tomó bajo su abrigo a la víctima, siendo este el detonante de la pionera iniciativa de crear el que ha
devenido en ser el primer centro para tratamiento psiquiátrico del mundo, bajo
el nombre “De los Santos Inocentes” y hoy Hospital Universitario.
Con las limitaciones
propias de la época, téngase en cuenta de los mas de quinientos lustros de
distancia, el centro era ejemplo en limpieza, nutrición, cuidados de salud y
respeto por la dignidad. Fue visitado por el monarca Felipe el Hermoso 1502; y
Jerónimo Munzer (1494), médico alemán erudito. Era algo único e inusitado;
merece hasta hoy la mejor de las admiraciones. Una acción muy altruista tras
una frase de lo cotidiano.
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